Editorial

El termalismo social y el turismo rural para frenar la despoblación

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Desgraciadamente el mes de marzo de 2020 cambió nuestras vidas, al menos durante un par de años en los que hemos vivido atados de pies y manos por culpa del Covid-19. ¿Quién nos iba a decir a los seres humanos, que nos creemos los animales más fuertes del planeta, que un simple virus nos iba a poner en jaque en todos los sentidos? Afectó a nuestra salud, a la economía, a nuestra forma de vivir, pero afortunadamente estamos recuperando la normalidad a pasos agigantados y esto se ve reflejado en la recuperación de programas como el de termalismo social, del que nuestra provincia es líder de la región

El estado del bienestar nos ha permitido durante muchos años ir construyendo un sistema que para poder vivir mejor, tener muchas opciones de ocio y cuando nos llega la jubilación tener el correspondiente premio en forma de pensión, pero también de otras cosas como los programas para personas mayores, que desgraciadamente han sido los que más han sufrido los efectos de esta devastadora pandemia.

La Consejería de Bienestar Social convoca 7.000 plazas para este año dentro del programa de termalismo y curiosamente Albacete es la provincia que más plazas oferta con siete de cada 10 de las que hay en toda Castilla-La Mancha.

Además se trata de un programa muy demandado por nuestros mayores porque saben que les beneficia, tanto a nivel de salud, como económico puesto que la Junta subvenciona con 108 euros cada plaza de este programa.

No es casualidad que la provincia sea la primera en este tema porque la calidad de nuestros balnearios está fuera de toda duda, pero también porque Albacete es una provincia que está ganando protagonismo dentro del turismo de interior. En los últimos años hemos visto incrementarse el número de personas que nos visitan y cada vez son más los turistas que descubren las bondades de esta tierra.

En abril, los datos del turismo rural arrojan un resultado de récord, cerca de 22.500 pernoctaciones en establecimientos de la provincia, la cifra más alta en Semana Santa desde que se tienen datos.

Estos datos, los del termalismo y los del turismo rural, permiten un movimiento de clientes que necesita tener diversos servicios, eso genera empleo y mejora la economía de nuestros pueblos, que han descubierto que, además de la agricultura, pueden vivir del turismo en todas sus vertientes. Es una forma de luchar contra la despoblación rural, de fijar población en localidades que estaban abocadas a ser abandonadas y que ahora miran al futuro con la esperanza de recuperar la vida de antaño y mantener sus tradiciones.