El inicio de la campaña de recogida de la aceituna y las comprobaciones sobre el terreno parecen confirmar la previsión de que la de 2022 será la cosecha más baja en un decenio en la provincia de Albacete. En cualquier caso, podría ser un poco menos mala de lo esperado y verse compensada parcialmente por el incremento del precio del aceite, aunque ese último hecho también conlleva riesgos, según alertan desde la organizaciones agrarias.

En el caso de la provincia de Albacete, la cosecha total podría estar ligeramente por encima de las 10.000 toneladas de aceite de oliva, lo que supondrá un descenso en torno al 35% con respecto a la campaña anterior, en la que se superaron las 15.000. Esas cifras coinciden con los de los avances de superficies y producciones del Ministerio de Agricultura o las que realizó Cooperativas Agro-Alimentarias de Castilla-La Mancha en octubre, que ya señalaban a Albacete como la provincia de la comunidad autónoma en la que más bajaría la producción, mientras que el descenso regional estaría en torno al 25%. 

La sequía y las altas temperaturas en el periodo de floración fueron las causas principales  en un nuevo descenso de producción y rendimiento, aunque se apunta a que el aceite será de alta calidad. La siempre bienvenida lluvia ha coincido, en algunas zonas, con la recogida de las variedades más tempranas, aunque poca influencia puede tener ya, más allá de retrasos en la recolección. 

Mientras, la cotización llega a superar los 5.000 euros por tonelada de aceite virgen, según el Sistema de Información de Precios en Origen. Parece una buena noticia para la rentabilidad, aunque como indicó recientemente el secretario general de UPA Castilla-La Mancha, un aumento excesivo para el cliente final podría llevar a que este busque opciones más económicas.