Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


David, vente

26/01/2021

La calle de Toledo, con su Puerta en honor al felón Fernando VII, fue el pasillo de entrada a Madrid. Arteria femoral que bombeaba por el corazón de la capital de España, chulapos, modistillas, planchadoras, cómicos, bohemios, toreros como aquel Vicente Pastor de la calle Embajadores número 9 (con ascensor), botillerías como la de Botín, y teatros como La Latina, el Pavón o ese coliseo de Novedades, cuyo incendio en 1928 se cobró la friolera de 68 vidas. Calle de Toledo, vecina de Cascorro, el Rastro y Embajadores. El pasado miércoles, a la hora en que este Madrid, capital moral de una España pandémica, paraba para el almuerzo, un escape de gas reventó la calle de Toledo, como un obús en una avenida de Kabul. Sí, ese mismo gas que fue objeto de lujo en el Madrid del siglo XIX, anunciándose en portales rimbombantes con el rótulo «Gas en cada piso». La deflagración dejó cuatro muertos. Entre ellos, dos infortunados que pasaban frente al edificio sacerdotal cuando estalló. Hace unos meses, y a esa misma hora, yo visitaba la vecina taberna Los Caracoles. «La vida es una tómbola, tom, tom, tómbola», nos cantaba sabiamente mi padre de pequeños. También falleció el sacerdote recién ordenado, quien, tras oler a gas, había avisado a David, un joven voluntario parroquial, de profesión mantenedor en el Metro. Padre de cuatros hijos de corta edad, David también murió en el acto. Persona, dicen, siempre dispuesta ayudar a los demás. Me recordó a Pedro Sarrión, albacetense, al que la muerte levantó temprano. David, a la llamada de su párroco, dejó atrás todo, mujer, hijos pequeños, incluso la comida en la mesa. En minutos, su vida, pero también el futuro de su mujer e hijos voló por los aires. Ante este drama, uno se pregunta como hizo el Papa Benedicto, tras visitar Auschwitz: «¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?». Afortunadamente, hay muchos David por el mundo que ante la llamada de la necesidad humana («David, vente»), siempre están dispuestos a dar el paso por los demás. Que Dios te premie, David.