Barrax, entre pinturas y cultivos

A.M.
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Barrax es la cuna del ilustre pintor Benjamín Palencia y del toro de fuego, pero también de una importante producción agrícola con la que quiere innovar

Ana Belén Hidalgo y Luisi Moya, trabajadora y vecina de Barrax, respectivamente, en la balconada de la Casa Consistorial. - Foto: A.P.

Barrax exhala cultura por todos sus poros. Por sus calles corretearon hombres y mujeres de letras, reconocidos periodistas y literatos cuyos nombres forman parte de su callejero. La periodista Isabel Montejano y el cronista Francisco González Bermúdez entre ellos. Famosas son sus cuervas literarias, su festival de cine pero, sobre todo, su hijo más ilustre, el pintor de fama universal: Benjamín Palencia. Su obra se intuye en cada rincón del pueblo. Un modesto salón de plenos cuelga algunos originales firmados por el que llegó a ser académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. También otro cuadro original, una copia de El Greco que pintó en el Museo del Prado cuando estaba aprendiendo a pintar. Fechado en el año 1915, se encuentra en uno de los laterales del altar mayor de la iglesia de la Purísima Concepción de la localidad, ubicada en pleno centro, en una plaza dedicada al alcalde Domingo Castillejo, abrazada por la Casa Consistorial y el antiguo ayuntamiento, donde hoy se encuentran las dependencias de la Policía Local y una exposición cedida por la asociación La Coscoja con cuadros de varios artistas de Albacete sobre su interpretación y lectura personal sobre los toros.

El origen de Barrax se encuentra en la denominada Venta de Barraj, perteneciente a la jurisdicción de Alcaraz. El 20 de septiembre de 1564, cuando contaba con una treintena de casas construidas alrededor de la iglesia -ubicada en la actual plaza de Santa Quiteria-, consiguió la segregación y el título de villa. Su primer Ayuntamiento se formó en 1752 y 14 años después sería inaugurada la iglesia de la Purísima Concepción, de estilo neoclásico, que fue mejorada tras los destrozos sufridos en la Guerra Civil, mientras que su torre fue reformada en 1945, permaneciendo así desde entonces y hasta la actualidad.

Luisi Moya Pérez es barrajeña de nacimiento. Con 58 años, se desplaza hasta Albacete capital para trabajar en una tienda de arreglos, aunque nunca ha dejado de residir en su pueblo natal, donde vivió su infancia y juventud con sus padres y, posteriormente, crió a sus hijos, hoy residentes en Valencia y Valladolid. Habla de Barrax como «un sitio ideal para vivir», dado que cuenta con una importante cartera de servicios públicos y privados que cubren las necesidades básicas de sus habitantes y, además, se encuentra a escasa media hora de la capital, lo que origina que sean muchos los albacetenses que se desplazan a diario hasta la localidad, aunque no estén empadronados en ella. Es el caso de Ana Belén Hidalgo Valero, técnica de Cultura en el Ayuntamiento barrajeño, pero residente en Albacete, que asegura que aunque en el padrón continuo del INE figuren 1.799 vecinos, Barrax cuenta con una población flotante diaria que supera los 300 habitantes. «Mi trabajo me gusta, cansa un poco venir todos los días, pero me gusta el ambiente que se respira en Barrax, el trato directo con la gente», destaca Ana Belén, una gran conocedora de la actividad social barrajeña, de la que resalta su dinamismo cultural: «La cultura está llegando muy bien a los municipios, gracias a programas como el de Artes Escénicas». Como «brutal» califican tanto Luisi como Ana Belén la influencia participativa y socializadora que ejerce la Universidad Popular de Barrax, punto de encuentro de vecinas y vecinos y responsable de mover gran parte de la actividad cultural en el pueblo.

El deporte también cuenta con un importante despliegue de infraestructuras. En la calle Albacete se encuentra un impresionante pabellón polideportivo con pistas de pádel, junto al que se ubica un convento de Mercedarias que sostienen una guardería privada para niños y niñas de cero a tres años. En sus instalaciones, la congregación religiosa cedió al Ayuntamiento un patio que reconvirtió en una gran zona de juegos infantiles.

En las calles de Barrax se ha conservado un precioso cuco, junto al cual se quiere edificar un centro de innovación agrícola, en la misma zona donde se encuentra la piscina municipal, también con zona de juegos para menores y pistas de petanca.

Otros lugares de interés son la ermita de San Roque, cuyo interior alberga unos preciosos frescos que fueron descubiertos en las últimas obras de restauración, así como el afamado molino de viento que se eleva desde lo alto de un pequeño cerro, convertido en zona verde, donde es observado diariamente por las esculturas de Don Quijote y Sancho.

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