El Día de la Constitución comenzó con Pedro Sánchez como el hombre más denostado del país por gran parte de los medios de comunicación nacionales hasta que, ya avanzada la tarde, fue rebasado en ese discutible podio por Luis Enrique cuando, batida en los penalties, la Selección Española de fútbol caía eliminada por Marruecos del Mundial de Catar. Es claro que así sucedería si el entrenador asturiano fracasaba en el demencial torneo que se sigue disputando en tierras, o arenas, del poco edificante país catarí. Si las cosas no le salían rematadamente bien en la palestra de esta competición, es obvio que le estaban esperando con muchas ganas, desde la mayoría de las redacciones periodísticas del país, sobre todo de las muchas que son más madridistas que madrileñas.
Por la mañana la capital de España centraba la atención en el acto oficial del Día de la Constitución en su cuadragésimo cuarto aniversario. Un acto desangelado, más frío por el ambiente político que se respira que por la temperatura propia de un día de diciembre y alejado del calor de un pueblo que hace tiempo que se afianza en la creencia de que la Carta Magna es algo que los políticos utilizan como justificante y coartada hacia sus propios intereses más que como herramienta para  afrontar los arreglos sociales que necesita este país y profundizar en la democracia que nació a la sazón de tan egregio texto. En esta fiesta de cumpleaños faltaban la tarta y sus velas, a las que nadie sopló, ocupados como estaban los políticos invitados en acusar a otros de incumplirla y estos a los unos de atacarla. Todo quedó en nada horas después, cuando el eje de la polémica nacional pasó a ser Luis Enrique.