Refugios para la vida

V.M.
-

La archivera municipal, AlmudenaBlaya, detalla los pormenores de estas galerías excavadas en la capital albacetense como lugar de protección contra los bombardeos en la Guerra Civil

Plano original del proyecto del refugio antiaéreo del Altozano conservado en el Archivo Municipal. - Foto: Archivo Municipal

Es casi mediodía del 2 de enero de 1937 y tres aviones del bando nacional dejan caer varias bombas sobre la población civil de Albacete, dejando 10 muertos y 30 heridos, entre ellos mujeres y niños. Pero las defensas antiaéreas actuaron eficazmente poniendo a la fuga a los aviones. La noticia se recogía en El Defensor de Albacete de ese día, «una prensa que durante la Guerra Civil mostraba los acontecimientos y se hacía eco del sufrimiento de la población civil; la situación no es comparable a la actual, pero quizás sea el momento de mayor pánico de la población en el pasado siglo», asegura a La Tribuna de Albacete Almudena Blaya, archivera municipal, que también alude a cómo el mismo gobernador civil se mostraba molesto «por la despreocupación de la población ante el peligro del momento, permaneciendo en las calles sin cumplir los bandos públicos. Y es que fueron muchas las instrucciones y bandos para que la población conociera la forma de protegerse».

«Parte de estas señales de alerta -continúa relatando Blaya- consistían en alarmas sonoras para avisar de los bombardeos: un toque alternativo durante tres minutos como llamada de peligro para que la gente se refugiara, y un toque continuado de un minuto para avisar del cese de la alarma. Si los lectores están viendo la tercera temporada de Las chicas del cable, podrán ver estas señales ante un bombardeo, así como en otras muchas series y películas ambientadas en la Guerra Civil».

En esas circunstancias, el lugar donde la población puede protegerse de las bombas son los refugios antiaéreos construidos para tal fin, repartidos por toda la ciudad y unidos por una red de túneles. «Estos refugios estaban pensados, especialmente, para la protección de mujeres y niños, siendo objeto de numeras regulaciones, tanto para su uso como para su construcción. De hecho, en la prensa se recoge el nombre de las personas que colaboraban en la construcción de esos refugios y trincheras. Para organización de la construcción de refugios y para la protección de la población se constituyeron Juntas Provinciales y Locales de la Defensa Pasiva de la población civil contra los ataques aéreos, conservando en el Archivo Municipal una copia de esas instrucciones editadas en Burgos en 1938», desvela Almudena Blaya.

(Más información en la edición impresa).