Una peña para recibir al Cristo

Ana Martínez
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Peñas de San Pedro ha puesto en marcha un paquete de medidas fiscales para incentivar la residencia y minimizar los efectos de la España vaciada

Mario Navarro pasea por el entorno de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza. - Foto: Rubén Serrallé

Tres son los elementos claves para entender el carácter de los peñeros: el Cristo del Sahúco, el castillo y la producción de embutidos. Basta hablar de una de estas tres cosas para adivinar que se trata de Peñas de San Pedro, uno de los pocos municipios de la provincia de Albacete que ha sabido combatir con imaginación la emigración de su población, tanto que en estas últimas décadas en la que más se está dejando sentir la España vaciada, Peñas ha logrado aumentar su padrón municipal hasta 2018 y mantenerlo estos dos últimos años.

Para Mario Navarro García, un joven peñero de 33 años, la pócima contra la despoblación del mundo rural no tiene secretos:«Unas buenas comunicaciones, un buen acceso a la vivienda, rebajas fiscales y oportunidades de empleo».

Lo primero, Peñas de San Pedro lo cumple a rajatabla, apenas le separan 20 minutos con Albacete capital, en una carretera convencional «muy cómoda» que permite desplazarse a trabajar sin necesidad de tener que abandonar el municipio. «En mi caso y aunque trabajo en el Ayuntamiento de Peñas, cuando vengo de Albacete aparco en la puerta de mi casa, es muy cómodo».

Hace unos años que el Ayuntamiento de Peñas de San Pedro estimuló la llegada de nuevas familias con subvenciones e incentivos para el acceso a la vivienda, por nacimiento o adopción de hijos, para ayudar en la educación de los menores con la adquisición de material escolar, préstamos sin intereses para empresas constituidas o en construcción radicadas en el municipio, mientras que en materia fiscal otorga bonificaciones en el impuesto de Circulación y las tasas de recogida de basuras, alcantarillado, acceso a la piscina e impuesto del valor de los terrenos. «Es un pueblo ideal, se vive muy bien, con una excelente calidad de vida y, además, sale más barato que en otras localidades o en la capital», afirma Mario.

Nada más pisar la Plaza Mayor, punto de encuentro de peñeras y peñeros, uno puede intuir el tesoro patrimonial que custodia las Peñas, como coloquialmente se le nombra en la provincia de Albacete. La Plaza Mayor está presidida por la Casa Consistorial, de la que destaca su fachada y la torre del reloj. El edificio, declarado bien de interés cultural en 1982, es de estilo barroco y cuenta con un balcón corrido a lo largo de toda su fachada y un amplio atrio con cuatro arcos de medio punto, en el que antiguamente se encontraba la lonja municipal. «El mayor atractivo es nuestro patrimonio», dice un orgulloso peñero licenciado en Derecho, que trabaja como técnico administrativo en el Ayuntamiento.

Nos conduce por la calle Mayor hacia el templo parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza, que junto a otras calles como Castillo y Mesones, ofrece al visitante una hilera de casas señoriales muy bien conservadas, al igual que ocurre con un buen número de arcos y portadas antiguas en las entradas principales de estas viviendas, en su mayoría de sillería, aunque también hay algunos arcos de ladrillo bien conservados.

Bautizada antiguamente bajo la advocación de Santa María de la Mayor Esperanza y Santa Librada Mártir, cuyo martirio en la cruz está representado en la cúpula, la iglesia parroquial de Peñas de San Pedro es un templo de gran volumen y belleza, que se empezó a edificar a inicios del siglo XVIII, como parte del importante proceso renovador que afectó a la mayoría de las grandes parroquias de la Diócesis de Cartagena.  En su interior, el altar mayor está presidido por un grandioso y hermoso retablo de estilo rococó y dedicatoria mariana. En la boca del camarín, que ocupa el centro del retablo, se venera la imagen de la patrona, la Virgen de la Esperanza, o la del Cristo del Sahúco, que permanece en el templo desde el Lunes de Pentecostés hasta el 28 de agosto, jornada en la que vuelve a su santuario en la pedanía de El Sahúco.

Llama poderosamente la atención el campanario de la iglesia, formado por cuatro campanas de diferente tamaño, las más antiguas de 1809 y obra de Joseph Rosas, campanero de la villa de Yecla. En el conjunto se encuentra una de las campanas más grandes de la provincia, conocida como Campana María, que en sus 736 kilos incluye la inscripción Yo soy la madre del amor hermoso y de la Santa Esperanza.

Al margen de su rico patrimonio, Peñas de San Pedro tiene los servicios suficientes como para cubrir todas las necesidades básicas de su población: «Tenemos los mismos servicios que te puedes encontrar en una ciudad como Albacete, con la diferencia de que en Peñas la calidad de vida no tiene nada que ver con el medio urbano, aquí se vive mucho más tranquilo, sin colas, sin problemas de aparcamiento...»

El motor económico y social de la localidad son, según confirma este joven oriundo, sus fábricas de embutidos, hasta seis en funcionamiento en la actualidad contando las que se encuentran en las pedanías, y que garantizan puestos de trabajo a un inmenso número de familias de la localidad. 

Además cuenta con un supermercado, dos tiendas de alimentación, otras tantas panaderías, tres entidades bancarias, consultorio médico y farmacia, guardería municipal con seis pequeños y un colegio rural agrupado que comparte con Alcadozo y Ayna: «El Ayuntamiento ha luchado mucho por mantener la escuela y ahora tenemos casi 60 chiquillos», subraya Navarro.

También cuenta con estanco, polideportivo con club incluido, pistas de pádel, frontón, pista deportiva al aire libre, de tenis, piscina de verano... Biblioteca, Casa de la Cultura con programación escénica estable y una red de fibra óptica ideal para el teletrabajo que, según este peñero, «funciona bastante bien», así como un centro sociosanitario para personas mayores que, en breve, ampliará a 80 el número de plazas concertadas con la Junta de Comunidades, un avance que también contribuirá a impulsar la creación de empleo.

 

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