Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


El bollo

07/01/2023

Debilidad es consultar las librerías de viejo o de segunda mano. Hace bien poco leía la dedicatoria que José María Cabodevilla dejó impresa en Señora Nuestra: «A Pieter Van der Meer de Walcheren, ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1956, a la edad de 76 años, bien maduros y purgados». Leía en una butaca muy cómoda de la librería -en la Casa del Libro había tres sillones donde uno puede pasar horas, consultar novelas que duda en comprar (si hay duda es mejor no hacerlo) y llevarte la merienda: un bollo de poca miga; hace unos días, coincidiendo con las Navidades, retiraron las butacas, quizá para dictarme un castigo y dar ejemplo a otros; yo iba a proseguir la lectura de un formidable libro de Josep Fontana (La época del liberalismo) y me presenté con un bollo suizo con el ánimo de ir pellizcándolo, con disimulo, al tiempo que leía cosas de Espronceda y Larra (fallido diputado en 1836); pero ya no había butacas y sentarse en la escalera (lo hice) me pareció indebido, se estaba muy al descubierto; y, además, aplasté el suizo- así que volví al butacón y a la dedicatoria de Cabodevilla. Pieter Van der Meer trazó un camino frecuente entre escritores. Del catolicismo pasó al socialismo y tras unos años entusiastas volvió a los misterios, hasta el punto de ordenarse. Cabodevilla estampará en su dedicatoria, a cuenta de los 76 años, que lo eran «bien maduros y purgados». No creo que Cabodevilla reprochara nada a Van de Meer -con reproche no hay dedicatoria posible- y sí celebrara la acrisolada estadía que brotó tras la madurez, causa última de la limpieza. Todos estos bizantinismos parece que me serán imposibles en la Casa del Libro -a no ser que repongan las butacas tras las ventas de Navidad; reposición que sería mistérica: quizá no hubo castigo, me aquietaría unos días, unos minutos sentado, con el libro de Fontana; y sin bollo- y que habré de invertir ese tiempo en las librerías de viejo y usado: el butacón es mejor que la butaca, dispone de más anchura y es más bajo. O quizá deba purgarme y dejar por el camino mis manías -y hasta maldades- para con los libros usados de los amigos y hasta de los propios. Pero qué pecado tan espléndido es leer de prestado pellizcando un bollo en asiento de biblioteca.