Réquiem por un campeón en barrena

Diego Izco
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El Barça vuelve a llevarse una tunda en Europa y la idea de un proyecto muerto en septiembre da pena. Dos victorias en 10 partidos para el fútbol español:hay un problema serio más allá del 'reloj parado'

Réquiem por un campeón en barrena

La tentación de empezar con el 1-2 del Sheriff en el Bernabéu era jugosa, pero quedó en ‘mero accidente’ el día después, cuando el Barça regresaba al lugar del crimen (el del 2-8 frente al Bayern, el Estadio da Luz) y repitió el patrón de los últimos años: recibir una tunda a domicilio. Esta vez no fue ni la Juve, ni el PSG ni el Liverpool ni el gigante de Múnich: bastó un Benfica ordenado, físico y fiero para sellar un 3-0  sin paliativos. Ni «es lo que somos», ni «estuvimos bien hasta el 2-0» ni nada: el aficionado azulgrana empieza a pensar que el proyecto ya está muerto. El aficionado al fútbol, en general, pregunta apesadumbrado a qué hora es el funeral por el campeón caído.

 

Un serio problema

Terminó la segunda jornada y el balance para el fútbol español es de solo dos victorias en 10 partidos. Y esas dos victorias, conquistadas de ‘aquella manera’: la del Madrid, en el minuto 87 ante un Inter superior en varias fases; la del Atlético, esta jornada, en el minuto 97 ante un Milan mucho mejor mientras estuvo con once sobre el campo. El fútbol cambió hace tiempo mientras aquí nos mirábamos el ombligo, dependiendo de Messi o de la varita de Zidane. Se nos colaron otras formas de entender el juego más conservadoras, férreas, duras e incómodas (¿Válidas? Claro, pero extemporáneas) mientras Europa evolucionaba hacia un juego de ritmo envenenado. Tocar por tocar, encerrarse y punto, depender de un único individuo, cosas que hicimos muy bien pero que han pasado de moda. La idea de jugar a ‘reloj parado’ corregiría otro problema (el de las pérdidas de tiempo), pero no nos inyectará fútbol moderno: seguimos lavando a mano mientras los demás centrifugan. 

¿de dónde?. Juntemos lugares: Transnitria y su capital Tiraspol (Moldavia si quieren caer en la corrección de lo reconocido más allá de Rusia), Chinoz en Uzbekistán, Luxemburgo. Nada nos sonaría a fútbol antes de la noche del martes. El Sheriff ganó en el Bernabéu con goles de un uzbeko (Yakhshiboev) y un luxemburgués (Thill). La captación global -miren las nacionalidades de la plantilla del Salzburgo, por ejemplo- es otro de los fenómenos de la modernidad futbolística a la que todavía no hemos llegado, porque nos siguen sorprendiendo. 

A millones

Jugó mejor Emiratos Árabes pero ganó Qatar: el City fue más equipo, pero el PSG acertó con la portería. El duelo de los billetes, de las barreras del ‘fair play’ financiero elevadas a medida del petrodólar, de las locuras inflacionistas en los mercados de fichajes, ni tuvo la espectacularidad deseada ni levantó expectativas a la altura de los millones invertidos en la construcción de ambos bloques. Si no hay mejor camuflaje que cometer las tropelías en abierto, a la vista de todo el mundo, de una forma nada camuflada, un PSG-City es una ‘Superliga’ en sí misma, auspiciada y aplaudida por la UEFA: mientras el gran ‘timo del fútbol’ se haga bajo su techo y con sus reglas, nadie tendrá problemas. ¿El partido? Sí, debutó Messi como goleador del PSG, pero sería mejor preguntarle a Bernardo Silva (City) qué pensaba en el minuto 25, cuando el marcador era de 1-0 y estrelló una pelota en el larguero a un metro de una portería vacía. Ni los millones aseguran la lógica.