En estas semanas es fácil ver anuncios en los que hosteleros de toda parte ofrecen el traspaso de su negocio como una última salida, a veces con el local aún en funcionamiento, pero ahogados por la falta de ingresos con los que hacer frente a los gastos. «Tras el estado de alarma abrimos otra vez en junio, pero los ingresos han bajado muchísimo, a la mitad; si no llega un traspaso dejaremos el bar», explicaba Raimundo Cantos, al frente de una tapería en la calle Mayor, abierta ocho años: «Hemos optado por abrir sólo fin de semana, y hemos ido reduciendo plantilla después de tener a una persona en ERTE; de camarero sólo estoy yo ahora, con los gastos que se pagan de Seguridad Social no puedo tener ta más personal; abres sólo para pagar cosas, las perspectivas así no pueden ser buenas». Parecido panorama dibujaba Antonio, hostelero con una cafetería cercana al campus universitario, también con el local en oferta para traspasar: Intentamos aguantar, vamos a ver lo que hacemos de aquí a final de año, pero desde luego con la bajada de ventas que tenemos, el aforo reducido... Todo nos ha perjudicado mucho, y por eso es que traspasamos el local». Su cafetería llevaba abierta desde enero, pero esas semanas previas a la pandemia y las de después no se parecen en nada: «Funcionábamos bien en enero, la rentabilidad de entonces no es como la de ahora, las ventas son menos del 50%».

Anuncios de traspasos como estos pueden verse siempre, decía por otra parte Paqui Gregorio, de la inmobiliaria AlquiloFácil en Albacete, aunque añadía que el mercado ha cambiado no tanto porque haya más oferta de locales como porque hay menos demanda: «La gente en hostelería busca más alquilar que traspaso de negocio, y siempre es un mercado que se mueve, ahora lo que estamos notando es menos interesados».