Vino: aguas revueltas

Vidal Maté
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La exportación cae un 10% en volumen, pero en valor alcanza la cifra récord de 3.000 millones de euros. El mercado interior perdió un 7,2% de ventas

Vino: aguas revueltas - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Con unas producciones medias en los últimos años por encima de los 40 millones de hectolitros, una demanda media estabilizada o a la baja y unas exportaciones medias de entre 21 y 23 millones de hectolitros, el sector del vino ha sufrido tradicionalmente problemas de excedentes con los consiguientes efectos negativos sobre los mercados y, muy especialmente, sobre los precios de la uva en origen. Estas situaciones se solventaron históricamente con la quema de vino para la obtención de alcohol. Pero hoy, con la demanda interior estancada, las ventas de envasados en el exterior siguen abriendo mercados, aunque con precios por debajo de su calidad, mientras se mantienen elevadas las ventas de graneles a precios mínimos como principal salida necesaria para ajustar la oferta a la demanda. El vino, con la crisis general de por medio, sigue buscando el complicado equilibrio entre la producción, los precios y la demanda. La cosecha corta de 40 millones de hectolitros de esta campaña puede contribuir a ello.

En febrero de 2020 el sector lograba en el mercado interior una cifra récord de ventas de 11 millones de hectolitros. Sin embargo, las expectativas favorables sobre una recuperación del consumo se estancaron ya en ese mismo ejercicio y en 2021 se vinieron abajo como consecuencia de la pandemia, que supuso el cierre total de la restauración. Superada la fase más dura del covid, abierta la hostelería y restablecida una cierta normalidad, el pasado ejercicio se presentaba teóricamente como el año de la recuperación de la demanda. Pero ese optimismo se rompió nuevamente por la existencia de un nuevo escenario en los mercados, entre otras cosas por la invasión de Ucrania y sus efectos, que dieron lugar al incremento de todos los costes de producción -desde la energía hasta los suministros- en el sector bodeguero y en el campo, todo bajo los efectos la crisis y de la inflación.

A consecuencia de todo ello, según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino, en el cómputo desde 2022 al pasado mes de noviembre, la venta de vino en el mercado interior se habría reducido en un 7,2% hasta los 9,64 millones de hectolitros, aunque con un incremento de los precios de venta. Con la crisis enfrente, la demanda en el canal de alimentación para su consumo en los hogares se redujo en un 6,5%. En la parte contraria, y a pesar de los precios, las ventas en la restauración tras los cierres se incrementaban, lógicamente, casi un 30%, pero sin llegar en ningún caso a las cifras que se manejaban antes de la pandemia.

Con ese consumo en el mercado interior prácticamente estabilizado entre los 10 y los 11 millones de hectolitros, en los últimos años la exportación ha constituido la salida más importante, tanto para la actividad de las 4.000 bodegas existentes -de las cuales unas 3.000 operan en los mercados exteriores- como para la producción. En cualquier caso, la superficie de viñedo en la última década bajó de 1,2 millones a las actuales 950.000 hectáreas, pero una parte importante se ha reconvertido en lo que ha sido una clara apuesta de algunas de las zonas productoras más importantes por unos mayores rendimientos.

Ventas al exterior.

La exportación ha sido igualmente en este periodo el escenario del cambio más importante registrado en el sector del vino. En este aspecto se ha pasado progresivamente de una política de venta «por precio» a competir en unos mercados mundiales a la baja frente a caldos, procedentes muy especialmente de países terceros, vendiendo «a precio». Ello ha supuesto potenciar una vía para competir por calidad con los vinos de los países que operan en ese segmento, aunque, por el momento, los resultados se hallan muy lejos de los conseguidos por otros países comunitarios como Italia o Francia. En 2022, en cómputo interanual al mes de noviembre, las exportaciones españolas ascendieron a 21 millones de hectolitros. Esto supone un descenso del 9,8%, pero a cambio se ha conseguido una facturación récord de 3.000 millones de euros, un 3,1% más. Se trata de un logro importante, pero lejos de los 12.000 millones de ingresos de los exportadores franceses con 14 millones de hectolitros y los 7.000 millones de ingresos de los italianos con ventas en volumen similares a las españolas, lo que pone de manifiesto la necesidad de seguir avanzando en calidad y precios.

De ese volumen de exportación, según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino, aproximadamente un 46% correspondió a los vinos envasados, que sin embargo representan el 80% de la facturación; en el otro lado, el 54% corresponde a los graneles, pero solo con el 20% de los ingresos. En conjunto, el precio medio de venta se situó en 1,40 euros litro, con un precio medio de los envasados de 2,50 euros y de solo 0,45 euros para los vinos a granel.

En el caso de los envasados, el sector ha seguido su avance en la consolidación de viejos mercados como Estados Unidos y países en Centroamérica y norte de Europa, así como con la apertura de otros territorios, especialmente en Asia, en su apuesta por la calidad y los precios. En lo que respecta a los vinos a granel, apenas se han producido avances, tanto en los precios como en los mercados, y se mantiene como la salida menos mala, necesaria para ajustar la oferta y la demanda. Las ventas se concentran muy especialmente además en otros países grandes productores como Italia y Francia.

Se trata de vinos que en muchos casos se envasan en esos países para su venta como vino comunitario envasado e incluso para sus operaciones de exportación, compitiendo en ocasiones en terceros mercados con los vinos españoles envasados de menor precio. Este fuerte peso de la venta de mucho granel barato procede en su mayor parte de las grandes zonas productoras de Castilla-La Mancha, Extremadura o la Comunidad Valenciana, donde la rentabilidad de la actividad, a pesar de las mejoras llevadas a cabo en los programas de reestructuración y reconversión varietal, se sigue basando fundamentalmente en los rendimientos más elevados.

De cara al futuro, con unas producciones medias por encima de los 40 millones de hectolitros, desde el Observatorio Español de los Mercados del Vino se apuesta por la necesidad de mantener la actual estrategia global de vino de calidad envasado a precios y modificar progresivamente la política anterior. No obstante, se estima que, en el caso de los graneles de calidad, que seguirán siendo necesarios, se impone una mayor diversificación de los mercados para no depender casi exclusivamente de las necesidades puntuales de franceses e italianos con poder para imponer precios de ruina.