Muy noble y muy leal ciudad monumental

Ana Martínez
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Con una potente industria cerámica y un floreciente polígono , Chinchilla supo conservar su casco urbano, que traslada al visitante a la época medieval

Ángel Pérez y Vicente Albujer ascienden por la pasarela que se ha construido para acceder por la nueva puerta del Castillo. - Foto: Rubén Serrallé

El 24 de abril de 1422, es decir, tal día como hoy de hace 600 años, Juan II concedió el título honorífico de Ciudad a Chinchilla de Montearagón, «por ser villa populosa, en la que habría más de mil vecinos (…) Muy fuerte, por tener un castillo recio y que sabía defenderlo (…) y estar situada en la frontera de Aragón y tierra de moros». Pero, sobre todo, porque en junio de 1421, los chinchillanos dirigidos por Bartolomé Rodríguez Navarro, opusieron férrea resistencia y defensa de su rey y Castilla, contra don Enrique. 66 años después, Chinchilla fue escenario de la Jura de los Fueros de la ciudad por los Reyes Católicos.

Chinchilla rezuma historia y ha sabido conservar su pasado. Con poca imaginación y un poco de cultura general, gracias a sus casas palaciegas y a sus empinadas y empedradas callejuelas cualquier mujer puede verse ataviada con un brial bordado de oro y un manto de terciopelo negro con bordes de armiño para ponerse en la piel de Isabel la Católica paseando por la «Muy Noble y Muy Leal» villa chinchillana, de la que recibió apoyo durante la guerra civil que mantuvo contra su sobrina Juana la Beltraneja.

«La participación de Chinchilla en la historia de esta provincia es importantísima», dice Vicente Albujer, periodista oriundo de la localidad, para quien el patrimonio arquitectónico de esta ciudad es el valor más preciado por la población, ya que conserva buena parte de su pasado, promovido en buena parte por Don Juan Pacheco, Marqués de Villena, quien ordenó construir el famoso Castillo, alrededor de la original fortaleza musulmana. Una edificación que presenta un estilo gótico dentro de la arquitectura militar, una fortaleza defensiva para el control de los dominios que presenta una forma hexagonal, con 13 torreones de planta circular. En su interior se situaba la gran Torre del Homenaje, destruida durante la Guerra de la Independencia, mientras que en una de sus laderas se encuentran enterrados los escombros de lo que fue a principios del siglo XX el Penal de Chinchilla.

Las vistas desde el Castillo de Chinchilla contextualizan y dimensionan el por qué desde época romana fue una ubicación privilegiada para hacer una fortaleza. De hecho, el nacimiento de Saltigi -primer nombre de la localidad que apareció en los Vasos de Vicarello en Roma- sobre un promontorio rocoso fue la base para una de las coplas que contiene la seguidilla manchega: Desde lo alto Chinchilla, se ve La Roda (…), Albacete y Almansa, La Mancha toda.

Reconocida como Ciudad Medieval, Chinchilla conserva intacto el trazado original del recinto amurallado almohade que tuvo un marcado valor estratégico y defensivo y cuya altura pudo alcanzar los seis metros en algunos de sus tramos.

«Aquí se vive de escándalo». Lo dice Ángel Pérez Lozano, un chinchillano jubilado que ha pasado toda su vida en este pueblo «tranquilo, con buena gente y muy buen ambiente todo el año». Lo afirma mientras conversa con unos vecinos en plena Plaza de la Mancha, epicentro de la antigua Madinat Yinyala, toponimio origen del actual nombre de la ciudad, que en época musulmana contó con mezquita y baños árabes.

Volviendo a la Plaza de la Mancha, en ella acontece toda la vida pública chinchillana, nada extraño si se tiene en cuenta que su construcción se remonta al siglo XIV y en ella conviven algunos de los edificios más importantes de esta ciudad monumental, entre ellos, la Casa Consistorial, en cuya fachada de estilo barroco se puede observar el escudo y relieve de Carlos III; el ábside plateresco de la iglesia de Santa María del Salvador, que da idea del importante pasado de Chinchilla y de la presencia de familias nobles; y la Torre del Reloj, de 1778, que se levanta en un edificio con una singular arcada en el que todavía hoy funciona el Círculo Recreativo, a modo de casino municipal.

Chinchilla de Montearagón está considerada Ciudad de la Cerámica. No sólo por el Museo que sigue gestionando la familia de Carmina Useros, su promotora, sino porque todavía hoy mantiene un importante sector cerámico dedicado a la construcción de ladrillos. «Sigue siendo un sector muy pujante», afirma Ángel, que también nombra por su significación la construcción de muebles modulares y la importancia del polígono industrial Camporroso, en el que se encuentran instaladas importantes empresas del sector lácteo, del metal, agroalimentario…

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