Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


El bulevar perdido

17/01/2023

La peatonalización se ha llevado por delante el histórico bulevar del Paseo de la Libertad, eliminando el carril que iba hacia la estación y perviviendo solo el que da entrada al Altozano. Los bulevares se importaron desde Paris como un paseo de doble sentido, ancho y arbolado. Así fue concebido este Paseo, arteria principal de la ciudad y que, desde la llegada en 1855 del ferrocarril a Albacete, ha sido el zaguán de entrada a esa puerta principal que es su Altozano. De la importancia que tuvo solo queda el imponente Palacio de la Diputación, que hoy preside Santiago Cabañero, diseñado en 1877 por el hellinero Justo Milán, a quien se debe joyas como el teatro Romea y la plaza de toros en Murcia o el teatro Vico en Jumilla. Tuvo este Paseo de la Libertad, rebautizado así en 1979, varios nombres como Alfonso XII, Paseo de la República, calle del Progreso o Paseo de José Antonio. Allí y en el patio de la casa del ilustre albacetense don José Maria Blanc, al lado del café Milán, jugué muchas tardes con su nieto Javier Lillo Blanc. En el lado del viejo Ayuntamiento se estacionaba Fidel Montero Potaje con su simón tirado por caballo para servicios de taxi. El bulevar, ahora perdido, fue esquilmado en el siglo pasado por la piqueta. Como el Hotel Francisquillo, donde durmió Galdós y los Borbones. Su vecino hotel, el Regina, aún pervive de milagro como edificio. El Paseo tuvo edificios señoriales devastados en el siglo XX por la especulación inmobiliaria. Sirva de ejemplo la vieja Audiencia Territorial de nuestro gran Jareño, sustituida por el actual adefesio urbanístico. El bulevar hoy perdido tuvo dos entradas de refinado gusto. La del Altozano con el singular quiosco modernista de prensa El bulevar. La que da a la Estación se abría a la izquierda con un refrescante bellísimo llamado La ola. El bulevar ahora perdido acogió comercios conocidos como Candel Radio, Farmacia Mansilla, cafés como El estamento, La Caja de Cerillas o El progreso. Por cierto, resulta paradójico que eso que llaman algunos el progreso es lo que, década tras década, se lo ha ido cargando. Como ahora desfigurándolo para siempre como bulevar. ¿Qué necesidad había?