Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


Casado, con efecto retroactivo

21/02/2023

A Pablo Casado le ocurrió lo mismo que a Pedro Sánchez en su día. Los dos tuvieron el favor de las bases y la enemistad de los cuadros dirigentes en sus respectivos partidos. El desenlace, sin embargo, fue muy diferente. Uno es ahora presidente del Gobierno. El otro fue abruptamente excluido de la mesa donde se disputan los juegos del poder.

Con efecto retroactivo y muy mala baba de ciertos rastreadores se hacen interpretaciones presentistas de los sucesos que cancelaron prematuramente la carrera política de Casado hace añora un año. Por ejemplo, se alude a la supuesta traición de sus principales colaboradores (excepción hecha de su fiel número dos, Teodoro García Egea, se entiende), que días antes de la caída habían elogiado su denuncia pública de un presunto caso de corrupción que afectaba a una compañera de partido, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Justamente ese es el ángulo oscuro del culebrón. Así que me apresuro a explicar mi parecer. Sostengo que Pablo Casado cayó por la torpe gestión de una sospecha de corrupción que afectaba a un hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La torpeza consistió en airear esa sospecha sin aportar las pruebas de la denuncia.

Eso fue lo que tuvo inmediatos efectos políticos dentro del PP, porque todo el mundo interpretó el episodio como la visualización pública de una rivalidad, una lucha de egos, un más o menos justificado temor de Casado a ser políticamente abatido por una nunca bien demostrada intención de Ayuso de acabar con él.

Un año después, la sospecha se ha perdido en la polvareda del tiempo y en la nevera de la Fiscalía, que tampoco encontró indicios suficientes para probar las presuntas irregularidades del hermano de Ayuso y, en su caso, la complicidad de la presidenta en un asunto reñido con la estética, no con las formalidades legales y administrativas.

Pero Casado había ido demasiado lejos en las acusaciones a Ayuso, sin base para probarlas, y eso generó la rebelión interna que se volvió contra él. Es lo que se llama un tiro en el pie. Nadie en el PP entendió la ofensiva contra la dirigente del partido con más alta facturación electoral. Una ofensiva de naturaleza estrictamente política, una vez que se supo de la endeblez del ataque a la presidenta madrileña, con la que Casado y su número dos, García Egea, ya venían chocando por las continuas intromisiones de aquella en la política nacional, suplantadoras del líder de la oposición en el Congreso, que era Pablo Casado. No solo. También por las aspiraciones de Ayuso a dirigir la organización regional del partido y, por tanto, ser decisiva, por ejemplo, en la designación del candidato para la alcaldía de Madrid. Aspiraciones que se veían continuamente aplazadas porque Génova aplazaba también las fechas del congreso regional.