Todos tenemos una cita hoy en Madrid. El mundo rural se manifiesta en la capital de España después de años de promesas, por supuesto incumplidas, programas de recuperación, nunca llevados a cabo, y ninguneo sistemático por parte de las administraciones públicas. Ahora, se quiere dar un nuevo giro de tuerca a la asfixia del medio rural con la subida de precios de los carburantes y las materias primas, pero también con impuestos cada vez más altos. Es hora de alzar la voz todos al unísono para demostrar que miles de españoles no vivimos en las grandes ciudades, que apostamos por la tierra, por una forma de vida heredada de nuestros antepasados, y que estamos orgullosos de ser así, de labrar la tierra, de criar el ganado, de cazar, de pescar, de salir a faenar a la mar. Desde los despachos de la gran urbe unos iluminados no pueden decidir cómo se debe vivir en el mundo rural. Y es por una sencilla razón: desconocen cómo se vive en pequeñas y medianas poblaciones, como pueda ser la provincia de Albacete. Desconocen los usos y costumbres de esa España a la que se miró con desdén durante décadas, porque lo más moderno era el desarrollismo, trabajar de sol a sol, ir a dormir a casa a decenas de kilómetros y vuelta a empezar al día siguiente. En el medio rural, las horas cunden más y se vive con menos estrés. Ahora, muchos influencers de las redes sociales graban tutoriales sobre actividades que ya hacían nuestros abuelos y es lo más snob. Dejemos aparcadas las modas del momento y luchemos por el futuro del mundo rural en esta España nuestra, porque es un vasto territorio con muchas potencialidades.