Me apropio del título de una de las más famosas novelas de José María Gironella, un autor prolífico y de éxito de ventas en los años sesenta, hoy un tanto olvidado, y que nada tiene que ver con esta columna, salvo la coincidencia numérica. El novelista titulaba así una de sus novelas dedicada en formato de trilogía a la Guerra Civil española, sin embargo, aquí la cifra aparece por el hecho que acaba de producirse estos días y que según datos oficiales indican que en Estados Unidos se han superado ya el millón de muertos como consecuencia de la pandemia.
Mientras que aquí nos enzarzamos en un estúpido debate desde hace semanas sobre la anunciada desaparición de las mascarillas, como si el dejar de usarlas fuera la prueba definitiva de que la pandemia ya ha pasado, esta cifra terrible del millón de norteamericanos muertos nos retrata una realidad que en el fondo seguíamos sabiendo: la pandemia no se ha acabado, por más que la criminal guerra de Rusia intentando aplastar a Ucrania y las nuevas disposiciones y formato de divulgar los datos de la incidencia del virus en nuestro país releguen la pandemia de la primera página de la actualidad. Un millón de muertos en el país más poderoso e influyente de la sociedad occidental, en la gran potencia y referencia de nuestro mundo, muestra a las claras la dimensión de la tragedia que nos ha asolado y del drama que seguimos viviendo por más que ahora ni Ministerio ni comunidades autónomas nos facilite detalles de la evolución de la pandemia por la que a buen seguro en nuestros hospitales siguen padeciendo, y falleciendo, gentes que no son simples números que ya ni siquiera aparecen en el marcador.