Macron busca la reválida

M.R.Y (SPC)
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El mandatario quiere culminar la «revolución» iniciada en 2017 con una reelección posible, pero también complicada

Macron busca la reválida - Foto: Gonzalo Fuentes (Reuters)

Han pasado cinco años desde que comenzara la «revolución» prometida por Emmanuel Macron a los franceses tras ganar las presidenciales de 2017. Y el mandatario liberal pretende conseguir el próximo domingo un nuevo quinquenio que le permita culminar ese plan que todavía no ha terminado. Lo hará en unas elecciones que se antojan más igualadas que en la última ocasión y en las que, a pesar de que el dirigente apunta a la victoria, el triunfo podría ser más ajustado de lo previsto, ya que en las últimas semanas la popularidad de Macron ha caído notablemente y la de su principal rival, la ultraderechista y líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, está siguiendo una tendencia a la inversa y está aumentando sus respaldos.

En cualquier modo, no existen dudas de que el actual inquilino del Elíseo pugnará en la batalla definitiva -en la segunda vuelta del 24 de abril- por la reelección, que, eso sí, se ve más comprometida de lo inicialmente pensado. Eso, a pesar de que ha sabido arrastrar a buena parte de los votantes de un Partido Socialista en caída libre -del que formó parte- y del conservador Los Republicanos, que poco a poco parece levantar cabeza, aunque aún sin éxito. Sin embargo, el descontento popular concentrado en los extremismos a izquierda y derecha -y principalmente capitalizado por Le Pen- podría hacer mella en sus planes.

Macron asumió el poder «con un proyecto de progreso», tal y como él mismo reconoció hace unos días, y asegura no haber renunciado a ese objetivo para el que elige «lo mejor de la izquierda, lo mejor de la derecha e, incluso, lo mejor del centro», sostiene. Por eso mismo, su programa mantiene guiños a ambos bandos: quiere elevar la edad de jubilación a los 65 años -actualmente está en los 62-, pero asegura hacerlo para poder financiar así todos los «avances», principalmente sociales. «No hay Estado fuerte sin una Francia que produzca y trabaje», sostiene, reivindicando que, con él al frente del Gobierno, se conseguirá «una Francia de la paridad, de la ecología y del progreso».

Con éxitos como reducir el impuesto de sociedades del 33 al 25 por ciento, contratar a 5.000 nuevos profesores o cerrar todas las centrales térmicas de carbón del país, su legislatura ha estado marcada, no obstante, por diversas crisis, como la de los chalecos amarillos, que consiguieron anular en 2019 el aumento de los impuestos sobre los carburantes y que han lastrado su imagen con multitudinarias manifestaciones. También el caso Benalla, desatado después de que su exreponsable de seguridad agrediera a manifestantes en 2018 haciéndose pasar por policía, o las protestas por su gestión de la pandemia han dañado su popularidad, que ahora vuelve a verse tocada tras la aparición de un nuevo escándalo denunciado por la oposición sobre presuntas irregularidades en el recurso a empresas de consultoría por la Administración. Un posible caso de blanco que salpica de forma indirecta al presidente y que vuelve a desatar las dudas de una ciudadanía cada vez más descontenta con la clase política.

Un hastío que se demostró en la última cita electoral -las regionales del pasado año-, cuando se registró una abstención récord superior al 65 por ciento. Para la cita de este domingo, sin embargo, se espera que se recupere la normalidad y apenas llegue a un 28 por ciento, datos similares a los de 2017. Y, precisamente, repetir resultados de hace cinco años es lo que quiere Macron. Aunque esta vez sea más complicado.