Los enfermeros Sergio Esteban, Sandra Ferrero y Paula Alite, respaldados por la Fundación Madrina, continúan con su labor en la frontera de Ucrania y Polonia para traer a España un autobús de refugiados con destino a diversas localidades, varias en Albacete. En ese trayecto, les acompaña y ayuda Rubén Serrallé, redactor gráfico de La Tribuna, y cuentan con el apoyo de Andry, voluntario ucraniano que hace las veces de traductor .

De su historia llama la atención que ya participaron en iniciativas similares la pasada semana y han decidido volver a lo antes posible. «Cuando ves lo útil que puedes ser aquí y como puede ayudar a cambiar la vida de esta gente, enseguida piensas en regresar», resume Paula, quien destacaba de la expedición previa cómo trasladaron a un bebé de solo dos días y su madre, así como «la ilusión de estudiar y labrarse un futuro en España que tienen los más jóvenes, ya que por desgracia creen que no tendrán ya un buen lugar para regresar y que la sombra de la guerra seguirá ahí».

Una vez resueltos numerosos trámites burocráticos y comprobadas las condiciones actuales en pasos fronterizos y centros de refugiados, su trabajo en las últimas horas se centró en el reparto del material que recopilaron a través de donaciones y trasladó el autobús en su viaje de ida. Sergio, que en el viaje anterior colaboró para trasladar a personas con familia en España en dos ambulancias y una furgoneta, tuvo la idea de recaudar fondos en su pueblo, la localidad soriana de San Esteban de Bormaz, «y obtuvimos una gran respuesta», tanto con aportaciones económicas como con donaciones en especie realizadas durante un partido de fútbol del equipo local. También colaboraron con él Cruz Roja, comercios locales y la empresa de autobuses que fletó el vehículo.

En la noche del miércoles, entregaron buena parte de esos productos, «principalmente medicamentos básicos, ropa de abrigo y alimentos no perecederos» a los bomberos de Cracovia, ciudad donde se alojan y desde donde partirá el autobús. Se almacenaron en un local municipal, donde se coordina toda esa ayuda y se clasifica para su posterior distribución. Otra parte se donó a Cáritas, tras haber comprobado en el centro de refugiados de Przemy?l que esa organización recibía constantes peticiones de productos para los más pequeños y alimentos que no necesiten de cocinado.

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