«La pobreza y la exclusión tienen nombre de mujer»

I.M.
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«El Sembrador tiene cinco centros de trabajo relacionados con la hostelería y va a tener un sexto, un albergue en El Sahúco»

Rafael López, gerente de la Fundación el Sembrador. - Foto: A.P.

En marzo del 2007, en el seno de Cáritas, se constituía la Fundación El Sembrador y con Rafael López como gerente. Desde aquel entonces hasta la fecha esta Fundación ha ido a más hasta convertirse en toda una referencia a nivel regional en la inserción laboral con entre 55 y 60 trabajadores en total. Lo que empezó con el textil hoy en día abarca tres centros en este campo, un vivero y cinco centros relacionados con la hostelería. El mes que viene abrirá sus puertas uno más, el sexto. 

Una de las empresas de la Fundación El Sembrador de Cáritas es  la encargada de recoger la ropa que se deja en los contenedores. Inmersos en pleno cambio de  armario, en opinión del gerente de dicha Fundación, Rafael López, ¿cómo se están comportando los albacetenses?, ¿se va a llegar a las cuotas que había antes de la pandemia, o no?

La verdad es que  estamos volviendo a los niveles de prepandemia que había y que están siendo días de mucho trabajo. El sábado de hace una semana tuvimos que doblar turnos a fin de que los contenedores quedasen limpios, y el lunes por la mañana ya teníamos mensajes de que algunos contenedores ya estaban hasta arriba. Esto de alguna manera quiere decir que la gente tiene interiorizado donar esa ropa a Cáritas  y esto lo queremos agradecer, si bien nos gustaría que esa donación fuese más escalonada en el tiempo pues nos facilitaría y mucho la labor. Como he dicho, hemos doblado turnos y hemos contratado un nuevo camión de recogida pero, aún así, sabemos que en más de una ocasión llegamos tarde, por lo que nos gustaría igualmente pedir disculpas por los perjuicios que ocasionemos.

Detrás de la recogida de ropa ahora mismo tenemos 18 trabajadores, de los que 10 vienen de situaciones muy complicadas, de situaciones de riesgo de exclusión social. Luego está el voluntariado propiamente dicho que nos acompaña como, por ejemplo, en los llamados espacios con corazón. 

La previsión que tenemos es superar en este año las 950 toneladas  de ropa recogida. El récord está en los 1.000.000 kilos del 2018.

La recogida de ropa es, no obstante, una de las áreas  en las que trabaja la Fundación El Sembrador, pero hay otras más.

El objetivo del programa del empleo de Cáritas en donde, precisamente, se enmarca  esta Fundación, es atender a las más de 1.000 personas que demandan este servicio. No obstante, lo que nos diferencia con otras entidades es que nosotros tenemos lo que se llaman empresas de inserción, en donde sus trabajadores pueden, siguiendo su itinerario de inserción, mejorar sus habilidades en su trabajo y con un salario digno. Ellos aquí se forman en su puesto laboral durante un periodo de seis meses a tres años  y a partir de esto dar el salto a una empresa normalizada. Nosotros formamos allí donde  está el trabajo, es decir, nuestro negocio no es la venta de ropa, nuestro negocio es formar a la personas en esas venta, lo mismo que nuestro negocio no es la hostelería sino formar a camareros, cocineros o a ese personal que atiende al público. 

El Sembrador tiene cinco centros de trabajo relacionados con la  hostelería y va a tener un sexto, un albergue en Sahúco.

¿Dónde va a estar ubicado  ese albergue y cuándo va a empezar a funcionar? 

A finales de este mes de junio es cuando se va a poner en marcha este albergue en el edificio que es propiedad del Obispado y que nos ha cedido para que podamos explotarlo como alojamiento para jóvenes y  para todas esas personas que se acerquen a la naturaleza, pero también como un punto de referencia de espiritualidad al estar vinculado al Santuario del Santísimo Cristo. En definitiva, lo que queremos es volver a reactivarlo  y de paso dar algún puesto de trabajo en el medio rural, en una aldea que, en estos momentos, está prácticamente despoblada.

El albergue tendrá una capacidad de alojamiento de unas 160 personas. Inicialmente, además,  calculamos que tendría entre tres y cuatro puestos de trabajo, algunos de ellos de inserción.

Dejando de lado esto, se puede decir que continuamos con los proyectos en marcha que ya teníamos en El Búho de Elche o de Letur, respectivamente, en la tienda Romero de Comercio Justo, en el restaurante y escuela de hostelería El Sembrador, el cual, como es conocido, fue lo último que abrimos, y en el Cortijo Covaroca de Nerpio.

¿Se le considera a la Fundación una referencia a nivel regional como empresa de inserción laboral? 

Modestamente creo que así lo es. De las ocho empresas de inserción laboral que hay en Castilla-La Mancha, tres son impulsadas por la Fundación El Sembrador y lo mismo se puede aplicar para con los puestos de trabajo. Tenemos en total entre 55 y 60 trabajadores.  Asimismo, la mitad de ellos han sido derivados por los servicios sociales.  Y es que, nosotros, nos centramos, en el trabajo con las personas más vulnerables, con aquellos que no tienen formación, ni tienen esas habilidades para poder, ya no encontrar un empleo, sino mantenerlo.

En cuanto al personal de la Fundación, la media ponderada a lo largo de todo el año está entre los 17 y los 20 trabajadores. No obstante, todo esto es posible gracias también a las ayudas de la Junta, de sus Consejerías, del Consorcio Provincial de Medioambiente  y de las entidades que colaboran cediendo sus espacios, como pueden ser los Ayuntamientos o el propio Obispado.

¿Se forma, se da trabajo y también se está luchando contra la despoblación en el mundo rural? 

Desde el principio, la Fundación El Sembrador tenía muy claro que quería llevar a cabo sus proyectos en el medio rural porque estamos en una región y en una provincia eminentemente rurales. Lo fácil es montar u n proyecto en la capital, más complicado es montarlo en los pueblos y en nuestro caso cuatro de los seis establecimientos relacionados con la  hostelería están en municipios de menos de 2.000 habitantes. Los mismo pasa con el vivero.  Pensamos que hay oportunidades de empleo en los pueblos. 

¿Cómo llegan los trabajadores a la Fundación? ¿Cómo se actúa con ellos?

Nosotros somos una herramienta al servicio del Programa de Empleo de Cáritas, al margen, de que siempre tenemos que ir de la mano de los servicios sociales y de los servicios de empleo. Cuando esta gente empieza se analiza cuál es su situación y cuál es su itinerario de inserción  antes de buscarle una posibilidad de formación en un puesto de trabajo en una empresa de inserción. 

Los técnicos del programa de acogida son los que, nada más conocer en qué le gustaría emplearse,  evaluaran cuál es su situación, los que analizarán su nivel de formación y los que decidirán si necesita o no un curso antes de que obtenga el correspondiente certificado de profesionalidad. Para la gente con la que nosotros trabajamos el salto a la empresa podía llegar a ser  muy grande, de manera que con nuestro trabajo lo que estamos garantizando es que esas personas puedan mantener su puesto de trabajo.  Y aunque la ley te permite que estén contigo un máximo de tres años, la media es que nuestros trabajadores estén con nosotros entre un año y medio o dos. 

¿Por sexos, son más mujeres que hombres los que acuden a ustedes para trabajar o al contrario?

En un 68 por ciento son mujeres frente a un 32 por ciento que son hombres.  Y si vamos a la nacionalidad, un 47 por ciento son españoles y un 42 por ciento extranjeros. 

La pobreza y la exclusión tienen rostro de mujer y el desempleo, por desgracia, también.  Igualmente, a pesar de que se tiene la imagen de que Cáritas trabaja, sobre todo,  con  extranjeros, los datos son los que hay. 

La Fundación El Sembrador está en la hostelería, en la restauración, en el comercio y ahora en el alojamiento. No obstante, ¿se ha pensado abarcar otros campos?

Lo primero que tenemos que hacer es consolidar los proyectos que ya tenemos en marcha. Son muchos centros de trabajo los que tenemos.  Estamos hablando de hostelería, del textil con  cuatro en Recuperaciones El Sembrador y de vivero. 

De momento vamos a seguir consolidándonos. No obstante, esto no significa que si nos surge en un momento dado una oportunidad, vía un Ayuntamiento o una entidad, no vayamos a cogerla.  Con esto lo que quiero decir es que estamos abiertos a estudiar las posibilidades de creación de empleo o de creación de riqueza que nos llegue.

Lo que está claro es que, a parte de lo que es empleo, también buscan ofrecer un servicio de calidad.  

Mal estaríamos enseñando a nuestros trabajadores  si estuviesen trabajando en un lugar en el que no hay exigencias que cumplir. El público que acude a nuestros restaurantes o a cualquiera de los servicios que prestamos se merece la máxima calidad, además, de que esto es lo que le van a pedir luego a estos trabajadores en cualquier otra empresa. Al final, el cliente lo que te está pidiendo es atención pero también calidad y precio.  La calidad para nosotros es un valor importante.

 Y la respuesta de los albacetenses, sea a sus establecimientos, a su comercio o a su vivero, es ¿buena?

No sería posible la labor que hace la Fundación El Sembrador sin el trabajo de todos los trabajadores, de todos los voluntarios, de las instituciones o de  Cáritas. Pero tampoco sería posible sin los clientes. 

La verdad es que no hemos tenido que desistir de ninguno de los proyectos empezados. Y esto ha sido porque la gente de Albacete ha valorado el trabajo social que hacemos, lo que hay detrás de nosotros  y los servicios que ofrecemos.

Ahora mismo nuestros restaurantes están funcionando perfectamente lo mismo que el resto de empresas de la Fundación. Estamos volviendo a coger el ritmo anterior a la pandemia.

Ya para terminar, ¿desde cuándo lleva funcionando la Fundación?  ¿Desde cuándo Rafael López está a su frente?

La necesidad de la Fundación El Sembrador surge cuando Cáritas está trabajando la formación, allá por el año 2000, siendo, no obstante, su constitución el 8 de marzo del 2007. De todo lo que hemos hecho, si no recuerdo mal el primer proyecto que surgió fue el del textil y en el que ya estaba trabajando Cáritas, y después, el Cortijo Covaroca de la localidad de Nerpio.  Luego vino el resto. En cuanto a mí, se puede decir que estoy en ella  y como gerente casi desde sus inicios, en concreto, desde el día siguiente de su fundación, si bien, desde hace dos años ya estaba en Cáritas. Su espíritu y su ilusión lógicamente sigue siendo la misma que cuando empezamos, pero evidentemente los medios con los que contamos han cambiado. Ni en nuestros mejores sueños llegamos a pensar que íbamos a crecer tanto en tan poco tiempo.