La idea del suicidio se disparó un 244% entre los menores

Javier D. Bazaga
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La crisis sanitaria ha dejado al descubierto un problema de salud mental entre los adolescentes difícil de abordar. Formación y protocolos son claves para la prevención

La idea del suicidio se disparó un 244% entre los menores

La pandemia de la Covid-19, además de una crisis económica y sanitaria a escala mundial, ha dejado al descubierto un problema que permanecía oculto en nuestra sociedad, pero latente: una salud mental poco atendida y además estigmatizada. Un aspecto de nuestras vidas que ha quedado más dañado aún ante los últimos acontecimientos. Son varios los expertos en psicología que ya advirtieron de que esta situación provocaría consecuencias a largo plazo, dejando a «toda una generación marcada».

Son secuelas que se manifiestan en irritabilidad, ansiedad, depresión, trastornos del sueño, trastornos alimenticios... Pero después de más de dos años conviviendo con el virus, saltan las alarmas al comprobar que hay un segmento de la población que está padeciendo consecuencias mucho más graves, con tendencias autolíticas y hasta el suicidio: son los menores y los jóvenes.

Para que se hagan una idea, le pondremos números. Desde la Fundación ANAR, organización sin ánimo de lucro dedicada a ayudar a niños y adolescentes en riesgo, registraron en 2020, justo en el confinamiento más estricto, «las ideaciones suicidas se dispararon un 244,1%». Lo cuenta Diana Díaz, psicóloga y directora de las líneas de ayuda de la Fundación. Pero no se detiene ahí: «los síntomas de ansiedad se incrementaron un 280,6%, la baja autoestima se disparó un 212,3%, síntomas depresivos y tristeza aumentó un 87,7%, y los trastornos de alimentación ya en la etapa de las primeras salidas tras ese confinamiento aumentaron un 826,3%» con respecto a los datos que registraron en el año 2019, año sin pandemia.

La idea del suicidio se disparó un 244% entre los menoresLa idea del suicidio se disparó un 244% entre los menores - Foto: Javier PozoPero el drama no terminó con los momentos más duros de la crisis sanitaria. Con la vuelta al cole en septiembre de 2020 se registró un incremento de las autolesiones un 246,2% con respecto al año anterior. Son datos que ponen más que en evidencia que en España tenemos un problema de salud mental, especialmente preocupante en esas edades en las que resulta más difícil gestionar las emociones.

Dolores Gómez Castillo, decana del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla-La Mancha, cree que es solo la punta del iceberg, que es un «problema emergente» si tenemos en cuenta que en el año 2020 en España se produjeron 3.941 suicidios, es decir, un ritmo de diez suicidios al día.

En Castilla-La Mancha se registraron en 2019, antes de la pandemia, 152 suicidios, y se elevaron hasta los 180 en 2020. Pero si nos fijamos en las edades, entre los 15 y los 29 años fueron 9 los suicidios en 2019, mientras que en año 2020 pasaron a 20 en esa misma franja.

Es solo el dato, frío, pero como explica Gómez Castillo, es «el paso al acto de un sufrimiento previo» porque «la personas que se suicidan no suele dar indicios», al menos totalmente claros. Sí destaca que con este virus ha habido vacuna, pero «no ha habido una vacuna psicológica» que haya facilitado el trance a muchas personas para las que su«normalidad» se ha visto completamente desestabilizada.

Los adolescentes y los jóvenes han tenido un sufrimiento añadido. En unas edades en las que las relaciones sociales y el contacto con el grupo de iguales es fundamental para el desarrollo de la personalidad y la formación de la identidad. Se construyen los lazos de amistad y se crea esa sensación de pertenencia al grupo. Algo que no han podido desarrollar plenamente con los confinamientos primero, y con las distintas medidas de restricción después.

La directora general de Inclusión Educativa y Programas de la Consejería de Educación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, María Ángeles Marchante, asegura que se trata de «una etapa de riesgo» en la que los jóvenes buscan esa identidad y en la que «se viven los fracasos, los conflictos y las humillaciones como algo grandilocuente».

Marchante confirma que ya antes de la pandemia el suicidio era, según la OMS, la segunda causa de muerte en España ente los 15 y los 29 años, pero reconoce que en este periodo «nos han hecho más consultas» desde los centros educativos de la región para saber cómo abordar estas situaciones y proceder en caso de que se produzcan.

La Fundación ANARtrabaja con menores hasta los 17 años de edad, y en el año 2020 tuvieron que realizar hasta 2.277 «intervenciones de emergencia y de grave riesgo». Cuenta Diana Díaz que «durante el Covid hemos actuado como un servicio más de emergencia en los intentos de suicidio iniciados», gracias a la colaboración y comunicación directa que tienen con las fuerzas y cuerpos de seguridad y con el 112.

Estrategia. Castilla-La Mancha tiene una Estrategia de prevención del suicidio enmarcada en el Plan de Salud Mental 2018-2025. En ella se ha elaborado una guía de prevención de la conducta suicida dirigida a este grupo de riesgo en la que se analizan los conceptos, los mitos y los factores generales y específicos para incidir en esa prevención desde los centros educativos. Lugares en los que el alumno pasa más tiempo, y en el que se pueden dar determinadas conductas que incrementan el riesgo como el bulliyng.

«Es muy importante detectar las señales desde el centro» indica Marián Marchante, que a veces aparecen con la verbalización de la idea de la muerte o la búsqueda en internet de métodos para lograrlo. Recomienda «no menospreciar estas manifestaciones» que pueden ser señales «directas» de alarma.

Luego están otras señales más «indirectas», más sutiles, como la pérdida del contacto con los amigos, el aislamiento, consumo de sustancias, sentimiento de angustia... Coinciden en la Fundación ANAR en vigilar todos estos síntomas que indiquen un cambio en el estado de ánimo si «se presenta más melancólico, con cierto retraimiento social, aislamiento y, muy importante, la bajada en el rendimiento escolar», apunta Díaz.

Desde el Colegio Oficial de Psicología de Castilla-La Mancha,Gómez Castillo afirma que son muchas las consultas desde institutos y centros educativos que «nos han pedido ayuda para manejar determinadas situaciones», impartiendo también cursos o charlas informativas porque «les ha sobrepasado en muchas ocasiones». «Tenemos que estar muy atentos» coincide, porque «un niño no habla o se expresa igual que un adulto, y hay que leer entre líneas», por lo que Marchante pide «no menospreciar este tipo de manifestaciones».

La ideación del suicidio, las autolesiones o los trastornos alimenticios son «mecanismos de autorregulación emocional muy dañinos que utiliza el adolescente para reducir su estado de ansiedad o frustración» dice Díaz, por lo que aconseja «no quitar importancia a las emociones, se tienen que canalizar» explica ante la situación que muchas veces se da de minimizar determinados comportamientos y pensar que será algo pasajero o típico de la edad. «Que el menor vea que puede expresar esas emociones y se siente escuchado» dice, para evitar lo que llaman la «soledad acompañada».

En este punto llama la atención –sobre todo de los padres– sobre un hecho que se ha producido durante la pandemia, el aumento del uso de los dispositivos y teléfonos móviles, con los que los jóvenes «tienen acceso a sitios que hacen apología del suicidio». «O nos ponemos en marcha con estas cuestiones o llegaremos tarde» advierte, ya que en internet pueden acceder a un mundo «magnífico sí, pero falso e irreal».

Es por eso que reclama «determinación» a unos padres que tendemos a evitar el sufrimiento de los hijos y muchas veces no somos capaces de decir que no. «El sí no solo no cura, sino que no educa», sostiene.

Las tres expertas en la materia coinciden en «hay trabajo que hacer» en los adolescentes para ese manejo emocional en una etapa tan difícil. «Poner medidas de prevención y detección para poder superar estas dificultades y no llegar a la etapa adulta arrastrando problemas graves de salud mental» pide Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR. «Incidir en la formación en resiliencia, la gestión emocional, las habilidades sociales o la autoestima» señala Marián Marchante, directora general de Inclusión Educativa, o la mejora en los protocolos de prevención e intervención, así como una asistencia especializada en el sistema sanitario, como reclama Dolores Gómez Castillo, decana del Colegio de Psicólogos de la región.

Una de las claves la da Díaz, «ir de lo micro a lo macro», desde la familia, desde casa, al sistema educativo y también sanitario, con la participación de las administraciones. «Es un trabajo conjunto de toda la sociedad», concluye.

El bullying y el ciberbullying multiplican por 2,5 las probabilidades de suicidio entre los menores de edad

El acoso en las aulas ha formado, y forma aún, parte de la infancia y adolescencia de muchas personas. Los motivos no había que buscarlos, llevar gafas, una característica física destacada, una forma de ser distinta. Cualquier cosa valía para ser objeto de burlas y saña de los compañeros y convertirse en víctima de bullying.

Si bien antes era una práctica que se daba en las aulas y en los recreos, el acoso ha pasado a ser más digital con la extensión de la tecnología a edades más tempranas. La digitalización ha dado paso al ciberbullying, saliendo de las clases para entrar en los hogares de esas personas más vulnerables, 24 horas al día y 7 días a la semana.

No es de extrañar que, según 'Save the Children', el acoso escolar y el ciberbullying sean hoy de los factores de riesgo más importantes parala conducta suicida, llegando a multiplicar por 2,5 las probabilidades de suicidio ente los menores.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2020 el 32,2% de las muertes de menores y adolescentes de entre 10 y 19 años fueron a causa de suicidio, convirtiéndose en el primer motivo de muerte por causas externas.

Son varias las instituciones y organizaciones que han convertido la lucha contra el acoso escolar en una prioridad, ya que los efectos del bullying y del ciberbullying pueden ser devastadores, e irreversibles.

Entre ellos está la plataforma digital de seguridad online 'Qustodio', app que busca la tranquilidad y el bienestar digital de las familias, que ha elaborado un listado de síntomas o conductas que pueden indicar que un menor está siendo víctima de acoso escolar, y poder actuar a tiempo. Menciona entre ellas que el menor no quiere ir al colegio; que haya cambiado su conducta ante el uso de las tecnologías; frustración o irritabilidad tras conectarse a internet; cambios en los hábitos de sueño así como en los hábitos alimenticios; cierto retraimiento o conducta reservada; o problemas de autoestima.

Unicef estima que son 166 millones de niños y jóvenes en el mundo que tienen algún problema de salud mental en el mundo.