El cannabis terapéutico, a debate

Javier Villahizán (SPC)
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Los pacientes que sufren dolores tan extremos que los han calificado como de 'muerte en vida' confían en que España apruebe la legalización de esta planta para uso médico con el fin de paliar su sufrimiento y recuperar algo de bienestar

¿Uso medicinal o recreativo? Ese parece ser hoy el debate que surge en torno al consumo del cannabis en España tras la reciente presentación de tres iniciativas parlamentarias en torno a la legalización de esta planta. Por el momento, el primer proyecto, de Más País, ya ha sido rechazado en el Congreso por su pretensión de refrendar el fin lúdico de la marihuana. Ese mismo resultado obtendrán las otras dos propuestas de Podemos y ERC, que se dirigen en la misma dirección y que aún tienen que ser debatidas en el Hemiciclo. Es un hecho que esa sustancia es una droga y, como tal, su consumo con fines recreativos tiene efectos negativos en la salud.

Mención aparte merece la subcomisión creada en el Parlamento con el objeto de abrir el debate sobre una posible legalización del uso terapéutico del cannabis, una propuesta ampliamente demandada por asociaciones de pacientes que sufren dolor crónico, como la Sociedad Española del Dolor (SED) y el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM).

Sin embargo y hasta que se apruebe esa supuesta norma, la marihuana en España es ilegal. Es decir, el Código Penal castiga como delitos el cultivo, la elaboración, el tráfico y la posesión ilícita, así como las actividades que promuevan, favorezcan o faciliten el consumo de drogas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas, aunque el autoconsumo no supone infracción.

En este contexto, la presidenta de la OECM, Carola Pérez, es tajante respecto a la defensa del cannabis medicinal: «Solo queremos vivir con calidad de vida, es decir, poder comer, pasear, trabajar, dormir... y eso solo lo conseguimos con esta planta, si fuese otra u otro sistema el que nos proporcionara ese bienestar pelearíamos por ello, pero es el cannabis quién nos lo da». Por eso, Pérez, que sufre dolor crónico desde hace más de tres décadas, ansía que haya voluntad política y que en esta legislatura se pueda aprobar una ley sobre el cannabis terapéutico.

En España hay un 18 por ciento de ciudadanos que padece este tipo de dolo, de ellos tres millones lo tienen neuropático, como Carola, lo que supone «morir en vida», asegura.

Ella tiene distintas intensidades de dolor a lo largo del día y de la noche, dolores parecidos a un cólico nefrítico, es decir, en un baremo de 0 a 10, un ocho. Precisamente, cuando nos recibe lleva más de 15 horas boca abajo para mitigar el sufrimiento «supera más del nueve en una escala de 10», afirma.

«Vivir en esta situación es desesperante, frustrante y muchas veces quieres tirar la toalla. Te lleva a querer suicidarte», asiente.

Afirma haber probado de todo, desde un sinfín de fármacos hasta corrientes y nada la calma, solo el cannabis, por eso para lograr su medicación no tiene otro remedio que acudir al mercado negro, ir a un club de cáñamo o plantar, que es lo que hace ella. «Mientras no se solucione de forma legal el uso terapéutico, tenemos que recurrir a una de estas vías», admite, al tiempo que exige «voluntad política para sacar adelante una norma ya, porque nuestro dolor urge».

Carlota confía en que en un plazo corto pueda ir al médico para que la prescriba cannabis en alguna de sus modalidades -inhalado con vaporizador, en forma de aceites, supositorios o cremas- y después adquirir en la farmacia el producto recetado.

Hasta que eso suceda la presidenta del Observatorio de Cannabis Medicinal no tiene otra opción que cultivar su propia cosecha o conseguir esos mismos productos en el mercado internacional, sobre todo a través de Alemania, que cuenta con una amplia gama de formatos para este tipo de pacientes.

En la misma línea se muestra el coordinador del grupo de interés en Cannabinoides de la SED, Jesús de Santiago, quien defiende el consumo médico  del cáñamo y sus derivados porque suponen un «potencial» fármaco que aporta «soluciones» para tratar a pacientes con dolor crónico persistente.

«La prescripción solo debería ser realizada por un médico con formación específica y el producto se adquiriría en farmacias», señala De Santiago a la vez que defiende el control del producto desde su producción hasta su distribución.

Considera «vital» el seguimiento y la monitorización del paciente por parte de un médico. Para ello, recalca que debería garantizarse «el seguimiento, ajuste de dosis y la detección temprana de los efectos secundarios», señala De Santiago. «Solo de esta forma y con una ley que lo regule se controla el producto desde su producción hasta su distribución».

La sociedad, por amplia mayoría, también está a favor de legalizar la marihuana con fines sanitarios. Así lo reconoce un informe del CIS de este año, que señala que el 90 por ciento de los españoles apoyan esta medida. Ahora ya solo queda que «el debate se abra, que no se mezclen debates, como el terapéutico o el de recreo, y que se aborde de una vez nuestro dolor», concluye Pérez.

 

El camino de la ciencia

En la misma línea se muestra la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, que cree que el camino a seguir con el debate sobre su regulación debe ir por el terapéutico, que es el que marca la ciencia, sin olvidar que la sociedad muestra «una cierta banalización» de los riesgos del cannabis, alerta su responsable, Joan Ramón Villalbí.

A pesar de ello, insiste en que «el camino es el de la ciencia, el de la regulación de medicamentos y productos terapéuticos, un mecanismo que puede estar abierto a otras sustancias», finaliza.