La novillada de ayer tuvo sus más y sus menos, sus más porque hubo novillos con calidad, aunque había que hacerles bien las cosas y otros de menos juego, pero con los que había que andar firmes, no solo con la muleta, sino con la capa, caballo y banderillas. Ese fue el caso del primero de la tarde, un animal brusco, aunque encastado, el tercero con calidad, aunque poca fuerza, el cuarto bravo al que había que poderle por abajo y otros tres que tuvieron muchas teclas que tocar, barnizados con el tinte de la mansedumbre, aunque no exentos del peligro que ello tiene encima, por lo que los de plata ayer tuvieron que ganarse bien el sueldo.

Aparecieron nombres como Adalid, Merenciano, Jorge Ramírez, Candelas, Caco Ramos, Dani López, Pedro Pío, Marco Leal, Juan Carlos García o Manuel Quinta, con los que pudimos disfrutar en distintos momentos de la tarde.

El primero era de hule, por su brusquedad y su genio, pero que transmitía mucho, estando a punto de costarle un disgusto a Cristian, aunque estará dolorido de las costillas un tiempo. Ese novillo estuvo lidiado de forma muy eficiente por Julien Bretón Merenciano, picado con habilidad por Jorge Ramírez y banderilleado con mucha solvencia por David Adalid y Miguel Ángel Ramírez. El segundo novillo, mansito, fue picado sin estridencias y soltura por Pedro Pío, solvencia en la lidia de Caco Ramos y efectividad en las banderillas por parte de Candelas y Víctor Martínez. El tercero fue lidiado suave y largo por Juan Carlos García, banderilleado muy bien por Marco Leal y bien cogido por el picador Vicente González. El cuarto fue lidiado muy bien, un capotazo por par, por parte de Adalid, y Merenciano con los palos en dos buenos pares, el quinto fue lidiado magistralmente por Candelas, andando hacia atrás y muy largo y Caco Ramos y Víctor Martínez, lucieron en banderillas debiéndole llegar mucho a la cara, cuando antes había sido muy medido por Dani López, muy seguro y eficiente. El cierraplaza fue banderilleado en un primer par excelente de Juan Carlos García y Marco Leal lo mimó en la lidia, y lo sujetó Manuel Quinta.