"Si algo hemos aprendido en este mandato es a escuchar"

E.F
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"Es destacable que en un presupuesto de 141 millones la deuda ascienda a sólo dos y medio", señala el presidente de Diputación en su valoración de las cuentas que cierran mandato

Santiago Cabañero, presidente de la Diputación. - Foto: A.P.

Hablar del presupuesto de la Diputación Provincial de Albacete con su presidente, Santiago Cabañero, siempre es hablar de mucho más que de simples cifras. También es hablar, largo y tendido, del trabajo que hay detrás de los fríos números, de los programas que se sostienen sobre los datos, de las personas que hay más allá de las columnas del debe, el haber y el saldo. Por eso, lo que sigue es en realidad un resumen de una larguísima conversación con el actual inquilino del Palacio Provincial acerca del presupuesto de 2023, pero también de sus antecesores, los presupuestos de 2020, 2021 y 2022, uno de los trienios más complicados de toda la historia de la Administración local en nuestro país.

Hace poco, ustedes aprobaron los últimos presupuestos de un mandato que, como poco, ha sido muy accidentado. ¿Qué les ha enseñado esta etapa tan difícil a la hora de elaborarlos?

A escuchar. Si algo hemos aprendido en este último mandato, es a escuchar activamente a todos y cada uno de los 87 alcaldes y alcaldesas de esta provincia, y eso también se nota en las cuentas. Antes, casi el 100% de las ayudas de esta casa eran finalistas, es decir, que la Diputación decidía qué era prioritario para los municipios y los municipios debían adaptarse a lo que les decía la Diputación. Hoy eso ha cambiado, no hay ni un solo programa que no se haga sin preguntarles primero qué necesitan y después cómo lo necesitan, y menos aún el presupuesto. El mejor ejemplo es el programa Dipualba Responde, que ofrece a los municipios la opción de unirlo al POS o ejecutarlo por separado, en función de las necesidades concretas de cada ayuntamiento, antes eso no era posible y ahora sí, porque los alcaldes nos hicieron ver que era necesario.

Cuando ustedes presentaron las cuentas de este año, hablaron del montante total, de los fondos para los distintos organismos, de las inversiones… pero el dato del nivel de deuda ¿no pasó casi desapercibido, a pesar de lo reducido que es?

Más que reducido, es casi inexistente, al menos en comparación a los 40 millones que nos encontramos en 2015. Pero sí, es destacable que en un presupuesto de 141 millones, cuatro más que hace un año, la deuda ascienda a sólo 2,5 millones porque eso es lo que nos permite tener el margen suficiente de maniobra para aprobar un capítulo de inversiones fuerte, de 34 millones de euros o, lo que es lo mismo, poder invertir casi 366 euros por habitante, o que casi un 13% de las cuentas se destine a protección social, o mantener un ritmo de inversión en la red provincial de carreteras que no se había visto en 20 años, o desarrollar programas de eficiencia energética con el IDAE y muchas cosas más. Porque si estás endeudado o, como sucedía con el anterior Gobierno central, estás atado de pies y manos con unas reglas de gasto que te impiden invertir, no se pueden atender las necesidades de los ciudadanos.

Corríjame si me equivoco, pero las prioridades de estas cuentas son el desarrollo rural, la aplicación de la Agenda 2030, las políticas transversales de igualdad y la protección social. ¿Me olvido alguna?

No, no, son las cuatro, los cuatro ejes básicos de estos presupuestos y de los anteriores, a pesar de las dificultades de la pandemia.

Empecemos pues por el desarrollo. Todos manejamos el término 'desarrollo rural' pero para el 'alcalde de alcaldes' en Albacete ¿qué quiere decir?

Que todos los habitantes de esta provincia tengan las mismas oportunidades y servicios, vivan o no en un gran núcleo. 

Esa es la música, pero ¿y la letra? ¿Cómo se logra eso cuando hay que redactar todo un presupuesto?

La letra del desarrollo rural es aplicar una discriminación positiva… (se piensa la respuesta por un momento) brutal. Sí, brutal, no hay otra palabra, a favor de los pequeños municipios en todos tus programas. Por ejemplo, cojamos el Dipualba Responde, que este año supera los siete millones de euros e incorpora  un subprograma específico de un millón de euros para ayudar a paliar las dificultades que un municipio pueda tener en materia de gasto corriente. Pues bien, este programa está diseñado de forma que la inversión bruta por habitante en Villa de Ves, que tiene 60 habitantes, sea la misma que  en La Roda, que tiene más de 15.000.

¿Por qué lo hacemos así? Porque los municipios más pequeños tienen un problema de recaudación grave y fácil de entender. Si le suben los impuestos un euro a los vecinos de Madrid, recaudas millones de euros; si se los subes a los de Villa de Ves, sólo 60, pero todos, unos y otros, tienen derecho a disfrutar de los mismos servicios y oportunidades. Y lo que sí es igual para todos es el coste de ponerlos a su disposición.

¿Pero bastan por sí solas la recaudación y la inversión? Porque las administraciones llevan décadas haciendo un esfuerzo encomiable para desarrollar el medio rural, esta casa incluida, y no se ve que ciertos empeños como frenar la despoblación acaben de despegar.

Ahí siento reconocer que tiene su parte de razón. No basta con invertir, hay que pensar mucho en qué inviertes. Por ejemplo, durante muchos años se pensó que una panacea contra la despoblación era invertir en carreteras y, ¿qué paso?. Pues que las carreteras se usaron para irse más rápido de los pueblos. Sin embargo, cuando le preguntas a las personas que quieren aguantar en los pueblos o las que están pensando en asentarse, te dicen que lo primero que necesitan son buenas redes de telecomunicación, telefonía, internet, que les permitan desarrollar sus profesiones y negocios desde las zonas rurales. De nuevo volvemos a lo que había dicho al principio, antes de poner nada en un presupuesto, de escribir una sola cifra, hay que escuchar y hacerlo de forma activa.

¿Y los urbanitas escuchan, digo escuchamos? ¿No es un fracaso que muchos habitantes de las ciudades vean la despoblación como algo que no les atañe?

Es un fracaso enorme, porque no solo les atañe, es que también les perjudica. Cuando en la FEMP hacemos reuniones sobre despoblación, siempre digo que Almeida o Colau deberían estar presentes porque lo cierto es que en España hay más población, más habitantes, pero todos se concentran cada vez más en menos sitios. Eso supone que el crecimiento de la población en las zonas más pobladas va más rápido que lo que da de sí cualquier presupuesto y provoca que haya zonas en las grandes ciudades donde ya existen las mismas carencias de servicios y oportunidades que en las zonas rurales, que es la causa por la que éstas últimas se despueblan. 

Desarrollar los pueblos, revertir su despoblación nos beneficia a todos y podría ayudar a solucionar problemas graves como el de la vivienda, y no hay que irse muy lejos, aquí lo podemos ver en Albacete porque ¿cómo es posible que los pisos estén cada vez más caros en Albacete y a sólo media hora de Albacete haya pueblos con cada vez más casas vacías? ¿No es un contrasentido enorme? ¿No ganaríamos todos desarrollando esos pueblos?

¿Esa escucha activa de la que usted habla, cómo afecta al diseño de las políticas de desarrollo? 

Podríamos hablar del turismo rural, que es uno de sus motores. Antes se hablaba del 'turismo rural' como si fuese lo mismo para todos. Ahora hemos aprendido que no es así, la experiencia nos ha demostrado que cada comarca y municipio debe desarrollar su propia oferta, hay que diversificar. Eso nos ha llevado a desarrollar iniciativas en campos específicos: el turismo astronómico, con los destinos Starlight y la construcción de miradores; el vinculado al senderismo, el gastronómico, el de autocaravanas o, en los últimos tiempos, el gran impulso que le hemos dado a la difusión de nuestro riquísimo patrimonio arqueológico, que es uno de los factores que están detrás de la subida de nuestra aportación al Instituto de Estudios Albacetenses, hasta los 840.000 euros.

Sigamos con los otros grandes ejes, si no le importa. Hay dos de ellos, que son la Agenda 20230 y la Igualdad, que su equipo de Gobierno siempre ha definido como 'transversales'. Pero, a la hora de hacer un presupuesto, ¿Cómo se plasma la transversalidad en cifras?.

Ya que estamos en marzo, el mes del 8-M, se lo voy a explicar con las políticas de Igualdad. Si usted se lee el presupuesto de 2023, verá que la partida asignada a la Unidad de Igualdad se dispara más de un 400% y llega a los 840.000 euros. Es una cifra de la que estamos muy orgullosos, pero está muy lejos de lo que pretendemos conseguir con estas cuentas, que es llegar a los 141 millones de euros.

Ésa es la cifra total del presupuesto.

Exacto. 'Transversalidad' en un presupuesto quiere decir que cada euro, conste o no en las partidas de la Unidad de Igualdad, contribuye a impulsar la igualdad entre hombres y mujeres dentro y fuera de la casa. Un caso práctico y muy visible es el Capítulo Uno, el de Personal. Es el más importante, 63,5 millones de euros, el 45% del montante total. ¿Cómo conseguimos que contribuya al objetivo de la Igualdad? Pues a través de la aplicación de un Plan de Igualdad en la Diputación de Albacete que, entre sus muchas medidas, incluye que la gestión de personal de esta casa se debe hacer respetando de forma escrupulosa los principios de equidad y de no discriminación que, por cierto, constan en nuestra Constitución. 

¿Se podría decir lo mismo de la Agenda 2030?

Claro, todas las partidas del Presupuesto de 2023 están ligadas al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Esta prioridad se puede ver muy clara en el Capítulo de Inversiones, que con 34 millones de euros es el más importante de la historia de la Diputación, pero lo que queremos es que cada euro, como pasa con Igualdad, ponga su grano de arena a la hora de cumplir los ODS.

Nos queda un cuarto eje básico de los presupuestos, que es la protección social. ¿Cómo se ha visto afectado este capítulo por la experiencia de la pandemia?

Por la experiencia de la pandemia y por la experiencia de la guerra que vino después, no lo olvidemos. Pues cómo quiere que le afecte, como a los demás capítulos del presupuesto. Ahora nos parece un poco lejos, pero fue a principios de 2020, con las cuentas de ese año recién aprobadas, cuando todo se puso patas arriba casi de un día para otro. Los mismos alcaldes y alcaldesas que en octubre o noviembre pedían obras del POS, en marzo querían mascarillas y que pasaran los camiones del Sepei a desinfectar los espacios públicos, y además todos lo querían para ayer. 

Tuvimos que rehacer el presupuesto sobre la marcha, casi partida a partida, no hubo programa ni capítulo que quedase sin modificar. Y cuando digo 'tuvimos' no me refiero al equipo de Gobierno, ni a los diputados, sino a todos y cada uno de los que trabajan en esta casa. Lo que se hizo y se consiguió en aquel momento es un mérito de todos, para mí es un orgullo haber trabajado con todos ellos, ser parte de ellos. 

¿Pero en qué se refleja todo lo que pasó y se hizo en 2020, 2021 y 2022 en las partidas de gasto social de 2023?

En la flexibilidad. Un 'escudo social' no solo debe ser grande y fuerte, también tiene que ser capaz de adaptarse a las situaciones que se presentan. Por eso le mencionaba la Guerra de Ucrania; cuando ya parecía que veíamos la luz al final del túnel, que salíamos de la pandemia, llegó algo que no se esperaba nadie, una guerra abierta en plena Europa y que trajo consigo una nueva crisis económica. Así que cuando que ya dejábamos atrás todo el gasto en material sanitario, tuvimos que reforzar las partidas y programas sociales para, una vez más, hacer frente a un 'problemón' con el que nadie contaba y  además, en un contexto inflacionista en el que todo cuesta más de lo que costaba antes.

Aquí ya contábamos con experiencia previa, no sólo por la pandemia, sino también por otras circunstancias sobrevenidas son los como fenómenos meteorológicos imprevisibles, pero cada vez más frecuentes. Por eso, no sólo destacaría que más del 12% del presupuesto  se destine a protección y acción social, sino al esfuerzo que hemos tenido que hacer para adaptarnos a las consecuencias de una crisis económica que nos ha venido impuesta por la guerra.

¿Dentro de las partidas de ese 'escudo social' cuáles destacaría?

En primer lugar, los más de 4,3 millones de euros para programas del Consorcio de Servicios Sociales como son la Ayuda a Domicilio y las Comidas de Domicilio, que nos permitirán dar 25.000 horas más de atención. Están los 2,5 millones de la fase final del Dipualba Protege, con 2,9 millones para un programa de inserción sociolaboral para 2.200 personas; los casi 2,4 millones para el Plan Extraordinario para el Empleo... y luego me gustaría  destacar algunos programas que, sin llegar a estas cuantías, si que tienen un profundo impacto en las personas, como las ayudas al transporte escolar.

¿No le resulta llamativo que tras esta cadena de crisis seguidas, una tras otra, el debate sobre el futuro de las diputaciones haya desaparecido del mapa?

Ha desaparecido hasta el punto que  ya hay quien las echa de menos. Hace poco, coincidí con un alto representante del Gobierno de la Comunidad de Madrid que me reconoció que dejar morir su Diputación Provincial fue un error, porque hay necesidades de las que nadie se ocupa ya, ni queriendo. O las cubren las diputaciones, o no lo hace nadie. Las diputaciones somos parte de la Administración local, como los ayuntamientos, así que ofrecemos una agilidad y una capacidad de respuesta que no dan ni el Gobierno central  ni el regional. No digo que no fuesen capaces de hacer mucho por los 87 ayuntamientos de Albacete con 141 millones de euros, pero desde luego no con nuestra velocidad y cercanía.

Ya para terminar. ¿Por qué cree usted que el PP votó en contra de estos presupuestos, y no contra los tres anteriores?.

¡Ah, ellos sabrán! A ver, creo que no había razones objetivas para que votasen en contra, salvo una, que es la proximidad de las elecciones. Pero  no me compete hablar por ellos, son ellos quienes deben explicárselo a los albacetenses, no yo.