La Primavera que consagró a Stravinsky

A.S.
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Al calor de Diaghilev y Nijinsky

Teatro de los Campos Elíseos de París.

Mucho han visto les Champes Elysées en el París que tantos años fue cuna mundial de artistas: músicos, pintores, escritores, bailarines, etc. Testigos del nacimiento del llamado nacionalismo español, servido una de sus pastelerías al calor del entusiasmo de Albéniz ante sus protegidos, jóvenes entusiastas buscando la gloria, Falla y Turina. «Haced música española con vistas a Europa» les decía frente a unos «pasteles a la tomaté», como cuenta con su inigualable gracia Joaquín Turina a través de sus escritos. España buscando fuera y toda Europa en el s. XIX mirando a España, con curiosidad, admirando su exotismo, como tierra rica llena de misterios y de elixir de vida. Siempre lo fue la piel de toro, deseada por tantos, ...y quizá así hemos salido, un mezclote de imaginación sin fin y talento de fondo insondable. ¡Olé!

Ligando con Turina y con los Champes Elysées, aparece un fenómeno que revolucionó, como Isadora Duncan lo haría en su ámbito, la danza, el ballet ... que él llamó en plural «Los ballets rusos de Diaghilev». Ahí es nada, el apasionado amante de Vaslav Nijinsky, gran bailarín y coreógrafo: Sergei Diaghilev, considerado como pionero del «ballet moderno».

Con fama de provocadora, la compañía creada por Diaghilev congregó a los mejores coreógrafos y bailarines (Balanchine, Coco Chanel Fokine, Karsavina, Massine, Nijinska, Pavlova, Nijinsky, con quien mantuvo un intenso idilio), y contó con la colaboración de los más ilustres compositores (Debussy, Falla, Prokofiev, Ravel, Satie, Strauss, Stravinsky) y pintores (Bakst, Benois, Braque, Derain, Matisse, Picasso, Josep Maria Sert) del momento para sus producciones. En el caso de Turina, fue el maestro sevillano quien se hacía cargo de la dirección musical en sus giras por España. Pueden verse fotos espectaculares con los integrantes de la compañía y el propio Turina junto a Diaghilev en Sevilla (1916).

Fue en el Thêatre des Champs Elysées donde se estrenó un día como hoy, 29 de mayo de 1913, una obra magistral que ha permanecido como joya sinfónica, más programa en conciertos que en ballet... archiutilizada, incluso por Walt Disney, en su célebre Fantasía. Hablamos (seguro que ya lo ha adivinado el buen lector) de La Consagración de la Primavera, una de las obras más potentes de Igor Stravinsky (1882-1971), otro de los inmensos talentos musicales rusos que falleció en USA, como lo hizo también Sergei Rachmaninov y no pocos europeos escapando de la barbarie de principios del s.XX en el viejo continente y sus enconados fanatismos.

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