Abycine dirige también una especial atención al cortometraje, con sesiones en las que el aficionado se acerca a las últimas producciones. Así, ayer, en el cine Capitol se proyectó Tula, de Bea de Silva; Lanbroa, de Aitzol Saratxaga; Techno precariedad, de Millán Martín y Juan Tamargo; La prima cosa, de Omar Al Abdul Razzak y Shira Ukrainitz; Fe, de Maider Fernández Iriart, y Muerte murciélago, de Carlos Saiz, que estuvo presente en la proyección de su cortometraje.
El director, Carlos Saiz, «destacó que Muerte murciélago es un corto de animación, una disciplina que yo no suelo trabajar, pero coincidió con el confinamiento y, un equipo de gente, a través del ordenador, comenzamos con la propuesta y la verdad es que me permitió, aunque yo suelo trabajar dentro del realismo, abrir más el campo de visión, con el realismo mágico y la ciencia ficción».
El realizador resaltó que «suelo trabajar dentro de mi realidad más cercana, las historias que cuento son muy próximas, incluso de familiares y amigos, con personas reales. Ahora estoy haciendo un proyecto en Murcia, sobre la provincia. Como ejemplo, otro proyecto con el que ya estuve en Abycine, La Hoguera, que fue premiado, surgió de una familia muy cercana, que tiene sus encuentros y desencuentros, es por donde suelo moverme, la realidad».
Muerte murciélago, apuntó Carlos Saiz, «está ambientado en un pueblo de Cartagena concretamente, que se llama Portman, donde en 1957 comenzó lo que se llama ahora el desastre natural de la bahía de Portman, uno de los atentados ecológicos más importantes que afectó al Mediterráneo, relacionado con la minería, durante años. El corto intenta retratar la realidad del pueblo 50 años después de estos sucesos».
La idea.
El corto, destacó, el director, «dentro de la animación, lo que intenta es jugar con el realismo mágico, exagerando. Yo he barajado la idea de que, por esos vertidos durante tantos años, la población queda estéril hasta que, de repente, nace un niño, que es el protagonista de esa historia, Muerte murciélago y me he dejado llevar, trabajando con animación. No sé si me hubiera dejado llevar tanto si no hubiera trabajado con animación pero, sí que planteo un punto de vista más subjetivo, más mágico».
El corto , indicó Carlos Saiz, «se ha movido ya por varios festivales, con muy buena aceptación y he podido viajar bastante, algo que para mí es muy bonito, porque me gusta contar mi historia y, de paso, conocer a otros directores y productores, conectar con la comunidad del cine que es un arte muy colectivo, así que solo quiero que la gente lo vea, que conozca la bahía de Portman y comentarlo y si gusta, estupendo, por supuesto».