Robledo, un ejemplo de superación

I.M.
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En la década de los 80 el lugar estaba 'muerto', no había ni nacimientos ni bodas, pero en la actualidad es todo lo contrario, rejuveneció, hay vida

Un vecino de Robledo pasea por la plaza del municipio, con el Ayuntamiento al fondo. - Foto: Rubén Serrallé

En las últimas elecciones municipales Robledo saltaba a los medios de comunicación albacentenses por ser la localidad de la provincia no sólo  con el alcalde más joven, Cristian Cuerda, sino también por ser el único municipio en el que Ciudadanos iba a gobernar  y por conseguir, además,  gracias al  apoyo finalmente del PP,  una alcaldía que durante más de tres décadas estuvo  gobernada por el PSOE. 

Perteneciente a una de las familias del pueblo y sobrino de un anterior primer edil socialista, a Cristian, licenciado en Informática por la Universidad de Castilla-La Mancha y agricultor con cultivos de pistacho, le toca llevar las riendas de un municipio con instalaciones tan variadas como un centro de  Atención Primaria con servicio médico, enfermería y farmacia, un Cuartel de la Guardia Civil con sus viviendas y unas viviendas para mayores, así como, un Centro Rural Agrupado,  un centro de jubilados, una plaza de toros, un  centro social polivalente con biblioteca y ludoteca y que es  punto de encuentro y lugar de ensayo, representación y estreno, fundamentalmente en verano y en menor medida en otros momentos del año, de sus obras por parte de su grupo de teatro amateur propio, ‘La Galera’,  y con monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción  o la ermita de Villalgordo, pero fuera ya del municipio.

No obstante, hablar de esta localidad ubicada en plena Sierra de Alcaraz,  es también hacerlo de dos industrias,  la planta de embotelladora   ‘Aquadeus’,  y  la empresa de perfiles de aluminio, Alucofer Internacional, y que como tales no sólo dan trabajo a gente tanto del lugar como de la comarca, sino que, además, han frenado la gran emigración que hubo  durante años en dirección a la capital, al  Levante, a Cataluña, al País Vasco y al extranjero,  reviviendo su  economía y de paso  a un lugar que llegó incluso  a darse como perdido.  

 Con dos aldeas en su haber, El Cubillo y Los Chospes, Robledo ofrece a quienes lo visiten, comenta el historiador y autor de varias publicaciones afincado en la capital pero natural y visitante asiduo de esta población, Miguel Cambronero Cano, por una parte, tranquilidad, aire fresco y saludable, además, de parajes naturales tan únicos como  la Laguna del Arquillo, en donde muere el río que lleva este nombre  y  con especies animales como la rana de San Antonio que sólo se cría allí, los Ojos de Villaverde o  los Dientes de la Vieja y de un importante arbolado y que es en primavera y en otoño cuando adquiere su mayor vistosidad.

Y por otro, ofrece cuevas como las de sus pedanías  y las de la propia laguna,  arroyos, humedales y manantiales  o rutas tan singulares como la de Don Quijote que da la coincidencia de que pasa por el propio centro del pueblo, o la Vía Verde Sierra de Alcaraz que, aunque alejada del casco, presenta mucho movimiento, sobre todo los fines de semana y en bicicleta, dándose igualmente la circunstancia de que precisamente el primer tramo que se puso en marcha fue este. 

Una vez dentro el pueblo ofrece  a sus visitantes, una parte alta y otra baja, con atractivos tan variados como una piscina, la cual, gracias a sus inmensas zonas verdes y a los servicios que ofrece a sus usuarios, como su barbacoa,  atrae a gente de más allá del municipio, un campo de fútbol con su césped natural o unos parques como el de la balsa, en donde, además de ver correr el agua todo el año es el hábitat para una amplia población de peces, o el de la escultura hecha por una vecina en homenaje a  todas las víctimas del coronavirus y que está próximo a la iglesia.  

Robledo también invita a pasear,  a ir a su plaza y a su Ayuntamiento,  a andar por sus calles,  como la del Horno, una de las primeras que se levantó,  a callejear  por  sus rincones perdidos o  a ver sus casas, cada una de ellas decoradas al gusto, por otra parte, de quien la habite y que vendrán a dar, en definitiva, el toque de color a un municipio que «no es lo que se conoce como una belleza arquitectónica al uso», comenta Cambronero, quien junto al primer edil, Cristian Cuerda, nos acompaña en la vista a Robledo.  

Está la calle del Horno, como se ha mencionado, pero  también está la calle Huertas o la que te lleva directamente a la iglesia,  entre otras, si bien su calle principal es la calle Mayor, pero, como explica Cambronero, «mira tú por donde, es en donde hay el mayor número de solares vacíos y es que, somos como un pueblo sui géneris». 

No obstante, pese a este hecho, lo cierto es que su población no sólo está subiendo ahora sino que se ha rejuvenecido gracias, dice, «a las ayudas y otros beneficios que, por citar un supuesto, se están dando desde el Ayuntamiento en pro de que la gente se empadrone» y un ejemplo de ello lo tenemos en el propio CRA Sierra de Alcaraz, en donde hoy por hoy, apunta,  «tenemos más de 20 alumnos, mientras que en pedanías como Los  Chospes están intentado reabrir el suyo simplemente porque hay niños todo el año, más allá del verano». 

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