María Álvarez Alonso-Pérez lleva tres años sin convivir con sus hijos y viéndolos sólo en un Punto de Encuentro una hora cada 15 días, con supervisión de una psicóloga.

María Álvarez se divorció en 2011 y desde entonces tuvo bastantes problemas con su exmarido, que solicitó la custodia de sus hijos en varias ocasiones, pero nunca se la daban.

En 2015, su exmarido fue denunciado por maltrato por la pareja que había tenido hasta ese momento y María le ayudó, «porque llegamos a un acuerdo para que dejara de pedir la custodia y durante un año y medio la relación fue bastante cordial». 

Sin embargo, las cosas cambiaron en febrero de 2018, cuando sus hijos regresaron de pasar un fin de semana con su padre en Valencia, donde él reside. «Mi hija vino muy nerviosa, porque el padre la había pegado y la había cogido del cuello y la tiró a la cama, traía hematomas en el cuello, marcas en las nalgas y al día siguiente tuvimos que ir al médico, porque le dolía mucho el cuello, por un esguince cervical y el hospital hizo una denuncia por las lesiones».

María no quería denunciar e hizo todo lo posible porque se archivara la causa y al final lo consiguió. «Mi hija venía llorando, diciendo que papá dice que va a ir a la cárcel por mi culpa. Yo no podía permitir que viviera con ese remordimiento, yo hice porque eso se archivara y se archivó, pero ya se obsesionó con que fui yo el que le denunció y así preparó la venganza».

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