Conciliar en tiempos del virus

I.V. (EFE)-SPC
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El temor a los contagios en los colegios y un posible cierre temporal de los mismos reabre el melón sobre los problemas de los padres para compatibilizar el trabajo con los niños en casa

Conciliar en tiempos del virus

La incertidumbre invade los hogares de las familias españolas ante la vuelta al colegio. Tras seis meses en casa, las rutinas familiares y laborales deben recuperar el pulso y los padres tienen la mirada puesta en la apertura del curso escolar de manera segura y continuada. Y por el momento ese es el plan, que los centros educativos permanezcan abiertos durante todo el curso 2020/2021, pero el temor a los contagios y al cierre de los mismos, ya sea de manera general o localizada, está ahí. Las dudas sobrevuelan en el ambiente: ¿Aguantará el curso? ¿Y cómo conciliarán, si no?

La pregunta le quita el sueño a Violeta, periodista de 37 años que se ocupa sola de su hijo Gonzalo, de 9. Aguantó como pudo una situación de excepcionalidad como la que supuso el estado de alarma, pero a día de hoy no se ve con fuerzas de volver a teletrabajar de nuevo encerrada en casa con su hijo al lado, en el caso de que los colegios tengan que cerrar temporalmente o los menores acaben en cuarentena.

«No poder planificar ni qué va a ser de tu vida en el esquema trabajo y familia es muy desagradable», se expresa Violeta, que en el pasado confinamiento tuvo una sensación de no llegar y de hacer las cosas mal, y reclama que, si la situación se repite, «el marrón» no recaiga de nuevo en los padres. «Aquella situación la aguantamos porque era excepcional y sobrevenida, ahora ya no es así», apunta.

«Pienso en las mujeres solas que tenían que cuidar de sus hijos y salir a trabajar, a limpiar por ejemplo», empatiza Violeta, que, como periodista, sí podrá trabajar desde su casa de Madrid si lo necesita en los próximos meses.

Los abuelos

No es el caso de la familia de Amelia, formada por ella, su hija María y sus dos nietas de 13 y 4 años. Las dos mujeres son empleadas del hogar pero una de ellas -la abuela, Amelia- dejó de trabajar durante el confinamiento para ocuparse de las niñas.

Ahora ella tiene un empleo, su hija lo ha perdido pero duda de si seguir buscando o no pese a la apremiante necesidad económica, porque no sabe si tendrá que dejarlo en unas semanas si cierran el colegio de la pequeña, ubicado en el distrito madrileño de Puente de Vallecas, una zona con un alto nivel de infecciones.

«Necesitamos el dinero para comprar la ropa, zapatos, el material para las niñas, pero no sabemos qué va a pasar y así no se puede una organizar», lamenta Amelia.

Una perspectiva infinitamente más favorable tiene Rosana, maestra y madre de un niño y una niña. Ella podrá apoyarse en su madre, y lo hará en cuestiones cotidianas como la comida, de la que se ocupará ella, pues este año ha decidido no dejar a los niños en el comedor para evitar los contactos con alumnos de fuera de «la burbuja» de su clase. El problema surgirá en el caso de que haya un brote en la clase de uno de sus dos hijos y se tengan que quedar en casa. Su madre, de 69 años, está más o menos bien de salud, pero evitarían exponerla. Y Rosana podría plantearse llevarse a sus hijos al colegio siempre que eso no implique poner en riesgo a sus alumnos y compañeros, así que posiblemente, explica, contrataría a una persona externa que se ocupase de ellos.

Como jefa de estudios de su centro de Educación Infantil en Puçol (Valencia), Rosana ha organizado la vuelta a las aulas: por dónde accederá cada grupo de alumnos, cómo se les tomará la temperatura, en qué aulas comerán... Confía en que irá bien.

Lo que más le preocupa de que se repita la situación de hace unos meses es que «hay muchas familias que no tienen recursos para llevar a cabo las clases telemáticas» y que, por mucho interés que pongan los padres, estar en casa implica «mucha exposición a pantallas, a televisión» y a hábitos que no son saludables para los menores.

Desde el Club de Malasmadres, su fundadora, Laura Baena, alerta de que estamos ante un escenario desastroso a todos los niveles y que muchas madres han tenido que renunciar a su trabajo durante meses precisamente por el cierre de colegios, de ahí el profundo temor a que se repita una situación similar en el presente curso

«Las mujeres tenemos los puestos más precarios, los que se ven más perjudicados por la crisis económica. Y si lo unimos a la crisis del sistema de cuidados, al final lo que vemos es que teletrabaja la mujer y se queda en casa también la mujer», bien porque ha perdido su empleo o porque es la que se toma excedencias, explica Baena, que alerta de las «consecuencias sociales» del cierre de colegios.

El club mantiene su campaña Esto no es conciliar lanzada en el confinamiento, que pide que el teletrabajo sea imperativo cuando un trabajador lo pide por tener a cargo menores, además de la adaptación de la jornada sin pérdida salarial y ayudas retributivas para contratar personal para quienes no puedan trabajar a distancia cuando los colegios estén cerrados.

Recursos

La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa), mayoritaria en la escuela pública, reclama por su parte recursos públicos, bajada de ratios y que los centros estén abiertos y con actividades, independientemente de que los atiendan profesores o no, además de un plan nacional de conciliación, explica su presidenta, Leticia Cardenal.

La Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y de Alumnos) está dispuesta a sugerir que no se incorporen los alumnos en las fechas previstas el mes que viene mientras los centros no estén absolutamente  preparados para recibir a los niños con seguridad, aunque eso implicaría «dos ritmos educativos» y que no todas las familias tengan posibilidad de cuidarse igual.

«Es así: los más vulnerables y que menos recursos tienen son los que más lo van a sufrir», explica el presidente de la Concapa, Pedro José Caballero.