Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La sangre no llega al río

08/07/2022

El pacto entre el PSOE y Unidas Podemos que dio a luz el primer gobierno de coalición cuenta con una comisión de seguimiento que se ha reunido en momentos en que las tensiones entre ambas formaciones han alcanzado un nivel de ruido ensordecedor, hasta el punto que parecía que se ponía en riesgo la continuidad del Ejecutivo. Sin embargo, sus reuniones no han tenido éxito más allá de calmar las aguas durante el tiempo que tardaba en ponerse sobre el tapete otro asunto que generaba un nuevo desacuerdo, de tal forma que los intentos por 'pactar las discrepancias' o dialogar antes de que se dieran a conocer las respectivas posiciones políticas han acabado en fracaso. En esas ocasiones las responsabilidades pueden repartirse entre ambas formaciones porque las dos han anunciado propuestas de las que la otra parte se ha enterado "por la prensa", por lo que el Gobierno no ha dejado de dar muestras de descoordinación e inestabilidad, que si bien en un principio se atribuyó a la falta de cultura de coalición en el gobierno de la Nación, cuando se han consumido ya dos tercios de la legislatura se comprueba que obedece a desconfianza, o a la necesidad de marcar un territorio propio en cualquier momento.

Como ha ocurrido desde que comenzó la legislatura no hay riesgo de que se produzca la ruptura de la coalición porque en estos momentos de subida fulgurante del PP por el 'efecto Feijóo' sería un suicidio para sus intereses, con la 'operación Sumar' aún nonata, y sin que los paños calientes a la subida de la inflación terminen de notarse en el bolsillo de los ciudadanos. La refriega por el futuro aumento de los gastos militares, -con la previa del crédito extraordinario de mil millones de euros para Defensa- ha de sumarse a los sucesivos enfrentamientos por la política exterior -cambio de posición en el Sahara-, la guerra de Ucrania -y el envío de armas-, la política migratoria -la valoración de los sucesos de Melilla- y la política económica -con la subida impuestos a las empresas que se están forrando con la crisis energética-, y todo ello en lo que va de año.

Crisis interna tras crisis interna, la continuidad del Gobierno se salva, pero cada vez con un desgaste mayor porque lo que menos entienden los ciudadanos es que quienes deben preocuparse por atender sus problemas gasten energías en resolver sus cuitas internas. Aun sabiendo esas consecuencias todavía no han aprendido la lección. Y así, las veces que Pedro Sánchez ha intentado ningunear a Unidas Podemos, los morados han respondido exhibiendo los acuerdos firmados en el pacto de legislatura y los incumplimientos y retrasos por parte del ala socialista, que en aquel momento estaba imbuido del espíritu izquierdista.

Pero la sangre seguirá sin llegar al río. Al presidente del Gobierno le queda aún tiempo para dar el golpe de mano de despedir a los ministros de Unidas Podemos o someterles a una poda, y a la formación a su izquierda no le interesa todavía salirse del Ejecutivo, porque lo viejo no ha acabado de morir -Podemos-, y lo nuevo, con cesárea, no ha acabado de nacer -Sumar- y de ahí que ambas formaciones se hayan aprestado a rebajar la tensión por el dinero para armas, y aunque Yolanda Díaz ha mostrado su cara más parecida a la de Pablo Iglesias para afear a Sánchez su propuesta militar, también ha colaborado para "coser la coalición". Cuestión de pragmatismo.