Pocas series han recibido tanta atención del mundo de la moda como Emily in Paris. Un éxito no exento de críticas que se debe a la diseñadora de vestuario francesa Marylin Fitoussi, que no tuvo miedo de romper los códigos de las revistas de moda e incluso de quienes más han criticado a Emily: los parisinos.

«Para los parisinos fue un shock porque estaban esperando que fuera una representación de la moda parisina, tan tiquismiquis, tan a la moda... ¡y no!», explica Fitoussi en un perfecto español, pues vivió más de una década en México.

Ella fue seleccionada para este puesto por la estilista estadounidense Patricia Field, diseñadora del vestuario de la serie Sexo en Nueva York o la película El diablo viste de Prada. Field ha sido consultora de Emily in Paris, pero Fitoussi es la responsable de cada uno de los estilismos de la serie.

Solo en la última temporada se usaron unas 14.000 prendas prestadas, compradas o alquiladas y acabaron empleando unas 12.000, muestra del gigantesco trabajo de vestuario que exige la producción.

«Estoy muy solicitada y cada vez más. En la primera temporada nadie quería prestarme ropa, pero tras el éxito empecé a recibir más y más correos», señala la estilista.

Fitoussi, que trabaja ahora en Lyon en el vestuario de otra película, asegura que el tremendismo con el que ha sido analizado el estilo de Emily, interpretada por Lily Collins, le ha resultado cómico.

«No hago moda, soy diseñadora de vestuario. Mi labor consiste en construir un personaje y propuse uno que es más que fashionista. Quería ofrecer a la gente liberarse de lo que las revistas de moda le dicen que tienen que hacer. La vida es corta, podemos vestirnos como queramos», defiende.

Un éxito para las marcas

El fenómeno de la vestimenta en esta serie, donde tanto los personajes masculinos como los femeninos cambian continuamente de ropa, ha sido tal que hay una cuenta de Instagram con más de 150.000 seguidores dedicada a diseccionar las prendas que visten sus protagonistas.

También en redes sociales, los influencers analizan su estilo al detalle, los youtubers copian sus looks y las revistas indagan en el armario de la serie, compuesto además de numerosas prendas vintage y de creadores emergentes. «Mi misión es poner luz sobre los nuevos talentos. Algunos me dicen que vendieron todos los trajes después de salir en un capítulo. Todos ven una diferencia», cuenta Fitoussi.

Entre ellos está el creador francés Victor Weinsanto. Cuando el personaje de Sylvie, interpretado por la actriz Philippine Leroy-Beaulieu, lució uno de sus vestidos de encajes y transparencias, la prenda en cuestión se agotó en cuestión de minutos y gracias a ellos pudo terminar de instalarse en un estudio mejor.

Según la empresa de análisis de datos Launchmetrics, que utiliza algoritmos para medir el impacto de las estrategias de marketing en medios impresos, en línea y redes sociales, la segunda temporada generó 96 millones de dólares en valor de impacto en los medios en el mes posterior a su emisión.

Esos datos, divulgados por el departamento de negocios de la revista Vogue, supusieron un cuarto del impacto generado por todos los desfiles de moda durante una semana entera en la temporada primavera-verano 2023, lo que refleja el alcance del fenómeno.

Un 'shock' visual

Fitoussi se declara una amante de los colores y una incomprendida en París, donde cuando era joven muchos la llamaban «payaso» por su estilo.

«México fue un auténtico shock para mí, cultural y visual. Sus pueblos son una explosión de color que me liberaron completamente de lo poco de parisina que tenía dentro de mí», ironiza la creadora sobre el país que se convirtió en su segundo hogar.

Mezclar colores y presentar a un personaje que entiende más de actitud que de tendencias es una de las claves de esta serie, en su opinión, que busca seguir siendo interesante, atrevida y cool en el futuro.

«Lo que está de moda pasa de moda. En diez años esta serie no puede ser representativa de 2022 si quiere seguir creando escuela», defiende la creadora.

Fitoussi, que recuerda que hay muchísimas horas de trabajo en cada estilismo, cuenta que los actores tienen un papel esencial en la construcción del vestuario y que su opinión suele ayudarla a terminar de construir el conjunto. En caso de desacuerdo, eso sí, siempre manda la especialista.

«Tengo que diseñar siluetas que sean interesantes. Que los espectadores las amen u odien, que le hagan sangrar los ojos, vale, pero tienen que ser una propuesta. Que la gente se pelee en TikTok y que pierdan horas de su vida comentando sus looks me hace reír», asegura.

El debate en torno a la serie de Netflix es una muestra de que no es una producción ordinaria, pero recuerda que es una ficción que busca divertir y entretener.

Para la próxima temporada, que será la cuarta y en la que ya está trabajando, advierte de que la protagonista seguirá evolucionando hacia un estilo más parisino. Eso sí, «Emily nunca irá vestida de negro, como hacen los parisinos... ¡Es una actriz!».