Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Franco, resucitado en Andalucía

03/06/2022

Está pasando. Ante las malas expectativas electorales de la izquierda en Andalucía, sus servicios mediáticos han vuelto a recurrir al de siempre. Se van a cumplir 47 años de su muerte, hace casi tres años de su traslado al cementerio de El Pardo y pretenden que Francisco Franco marque la batuta de los comicios autonómicos. Los mismos que presagiaron que Mingorrubio iba a ser punto de peregrinación de nostálgicos del régimen -habría que contar cuántos van al mes- recuerdan ahora que Andalucía es de izquierdas como respuesta al franquismo. Por si fuera poco tener que resucitar a Franco, también se acuerdan estos días de Alberto Ruiz Gallardón, cuando hace ya más de una década, en un acto en San Fernando, dijo que era una «anomalía democrática» que por aquel entonces no se hubiera producido la alternancia en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Gallardón y Franco con la recurrente mezcla de los señoritos andaluces y la ultraderecha. Son insaciables al ridículo.
Hay miedos que ya no tienen ningún efecto. Es preciso recordar aquellos días de investidura, en enero de 2019, cuando en el entorno del sevillano Hospital de las Cinco Llagas, se repetían las manifestaciones del "que viene el Coco". Una especie de rodea el Congreso, pero en versión autonómica, con el foco puesto en la sede del Parlamento andaluz. Allí protestaron los que jamás se quejaron del robo a manos llenas del dinero de los parados; aquellos que nunca les pareció mal que se gastaran la pasta de los ERE en fiestas, prostitutas y cocaína; son los que no levantaron la voz ante la condena de dos ex presidentes autonómicos y decenas de cargos públicos. Allí se concentró lo mejor de cada casa: el feminismo más radical -apoyado por Susana Díaz- y el Sindicato Andaluz de los Trabajadores, que entre sus logros más meritorios figuran los saqueos a supermercados de Cádiz y Sevilla que ellos consideraban «actos legítimos».
Ninguno de los temores que presagiaban se ha cumplido. En cambio, se ha cerrado una legislatura sin ningún escándalo que salpique a Moreno Bonilla y a su Gobierno. El actual presidente de la Junta no ganó las elecciones, a diferencia de Javier Arenas. Las cosas de la aritmética política quisieron que el candidato del PP que peor resultado sacó para su partido en casi tres décadas pudiera gobernar, mientras que Arenas se quedó con una de las victorias más amargas. Ahora las encuestas dan como claro vencedor al actual presidente, incluso sumando más escaños que toda la izquierda junta. Eso le permitiría gobernar en solitario, con apoyos puntuales, pero sin la obligación de incluir a VOX en el Ejecutivo, el gran objetivo de Núñez Feijóo que, como buen gallego, no quiere mojarse nada más llegar. Es la previsión del CIS de Tezanos, que, junto a Franco, es otro de los ingredientes que jamás puede faltar en la estrategia de la izquierda. Como nos tiene de sobra acostumbrados, este sondeo, a 17 días para que los andaluces vayan a votar, esconde una intención evidente: pretende influir y no quieren repetir lo que les pasó en Madrid. Se ha comprobado que lo de engordar las perspectivas electorales del PSOE no ha surtido efecto. Por tanto, se trata de elevar un poco más las del PP para que el votante de este partido se confíe y, o bien no vaya a votar el 19 de junio, o bien se decante por otra opción que -entienda- lo necesite más.
Andalucía no es una comunidad más, tiene una influencia política especial en el conjunto de España y de forma evidente en Castilla-La Mancha, por aquello de la vecindad. Habrá que estar atentos, pero mal harán los que piensen que el efecto contagio está garantizado.

La izquierda, a la desesperada, recurre al dictador con una mezcla extraña entre Alberto Ruiz Gallardón, los señoritos andaluces y la ultraderecha»