El 2022 ha sido un gran año y el broche de oro lo puso ayer el Albacete con un triunfo sin paliativos que coloca al equipo con 32 puntos al finalizar la primera vuelta del campeonato, mucho más cerca de jugar el playoff de ascenso a Primera que de tener que pelear por la permanencia, objetivo con el que se inició la temporada.
La guinda puede estar el miércoles en la Copa, pero  lo cierto es que lo verdaderamente es la liga y ahí el equipo de Rubén Albés se coronó al ser capaz de ganar de forma consecutiva al primero y al último clasificado de Segunda.

El Carlos Belmonte fue una fiesta y terminó haciendo la ola. Y es que la afición disfruta con el equipo, que no solo gana, además ofrece un fútbol vistoso y ambicioso que engancha, sin dudas, al aficionado manchego, acostumbrado a muchos sufrimientos. El golazo de Maikel Mesa, la jugada de Dubasín en el cuarto gol, el despliegue físico que siempre muestran jugadores como Boyomo o Álvaro Rodríguez, la seguridad de Bernabé, la explosividad de Kawaya, la calidad de Fran Álvarez, la magia de Manu Fuster, todo suma para que  los aficionados al fútbol en Albacete estén disfrutando de una temporada que va camino de ser enmarcada, aunque todavía estamos en el ecuador de la misma.

Lucas Alcaraz fue recibido con el aplauso del Carlos Belmonte, que sabe reconocer a los que dejan huella en el club, pero su Ibiza estuvo lejos del equipo que había empezado una reacción tras su llegada al banquillo. Su defensa fue un auténtico desastre y la eficacia del Alba hizo el resto. El partido quedó sentenciado en la primera mitad y la segunda valió para darle minutos a jugadores como Kawaya o Juan María Alcedo, que cualquier día serán titulares por su buen hacer.

El horario no hizo mella en una afición que parecía presagiar que el partido iba a ser histórico, y lo fue porque el Alba no ganaba por 4-0 en el Carlos Belmonte en el fútbol profesional desde hacía 19 años, cuando derrotó al Racing de Santander el 7 de diciembre de 2003 en Primera División, precisamente con Lucas Alcaraz como entrenador del equipo cántabro.

El encuentro comenzó con un Ibiza con sus líneas muy juntas y adelantadas, generando muchos problemas para que el Albacete pudiera crear en el centro del campo, donde Maikel Mesa hizo las labores de Riki, con Fran Álvarez por delante. El canario recordó al de las primeras jornadas, siendo protagonista y aportando al equipo mucha frescura, lo que coronó con un gol de bandera.

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