Tercer empate seguido del Albacete con un duelo de locura

Nacho Díaz (ADG)
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2
Sporting
2
Albacete
Finalizado
El equipo de Rubén Albés levantó un marcador adverso, pero los asturianos igualaron en la recta final

Los jugadores del Albacete celebran uno de sus goles. - Foto: Aurelio Flórez (ADG Media)

El Albacete encadena ya ocho partidos sin conocer la derrota al protagonizar un vibrante empate a domicilio contra el Sporting (2-2). Tras remontar el tanto inicial de Campuzano por medio de una vaselina de orfebrería de Duba y de un tanto de corazón de Álvaro Rodríguez, al cuadro blanco se le escapó el triunfo a poco para el final. El seleccionador español, Luis Enrique Martínez, fue un espectador lujo en el palco de El Molinón-Enrique Castro "Quini".

Con muchos espacios entre líneas y talentos para explotarlos, bastaron diez minutos para ver dos tiros al palo. El primero fue del cuadro albaceteño. En un servicio de falta, Duba peinó un balón que recogió Glauder y el algecireño, pese a llevar el disfraz de central, definió con solvencia hasta acabar impactando el esférico en el travesaño. No obstante, la jugada fue invalidada por fuera de juego. Y el segundo remate a los palos fue local. Otero dibujó un centro delicioso, Maestre tocó el esférico con la punta de la bota, el balón terminó chocando contra la madera y el propio Maestre se lanzó para sacar también el rechace. Mariño, señalado en la última derrota del Sporting ante el Levante, fue el punto de partida del primer gol del encuentro.

El meta vigués, raudo, sacó en largo para Otero, éste trazó un pase de tiralíneas a Djurdjevic y el montenegrino asistió a Campuzano, que anotó su primer tanto de la temporada en el minuto 18. El Albacete encontró la réplica diez minutos después, antes de cumplirse la media hora de juego. Maestre levantó el mentón para castigar la espalda de Bamba con un pase telegrafiado y Duba, el receptor, levantó la pierna, controló y sacó la varita para levantar el balón y condenar la salida de Mariño de vaselina plástica en el minuto 28.

El frenesí no cesó hasta el descanso. Hacia el final del primer tiempo, el Sporting creó dos llegadas venenosas. Zarfino recogió un balón sin dueño dentro del área rival, extasiado tras una serie de rechaces, pero Altube negó su remate a bocajarro con una reacción felina. Por otro lado, al Albacete se le echaron los demonios tras un córner a favor. Queipo recogió el rechace y habilitó rápidamente la carrera de un Otero desbocado, Julio Alonso aceptó el reto y se sumó a un esprint con dirección a la portería de Altube que terminó con el portero desviando de forma providencial el mano a mano. Adolecido por los peligrosos contragolpes del Sporting, el Albacete no quiso marcharse al tiempo de asueto sin lanzar un órdago.

Rubén Martínez, en una jugada personal por la mediapunta, obligó a Mariño a estirarse al máximo para desviar un tiro ajustado al palo. El entrenador del Albacete, Rubén Albés, sorprendió en la reanudación con un triple cambio. Djetei, Riki e Higinio se desprendieron del chándal para ser partícipes de un encuentro delirante como respectivos recambios de Antonio Cristian, Maestre y Rubén Martínez. Sin embargo, la estrategia del técnico vigués pareció confundir más que solventar cosas, porque el Sporting salió en tromba del vestuario y tuvo en las botas de Djurdjevic un nuevo golpe de efecto aunque, por fortuna del cuadro albaceteño, no fue el día del montenegrino, que definió demasiado cruzado un mano a mano ante Altube.

Poco después, el propio Djurdjevic castigó de nuevo la frágil espalda de la defensa blanca para terminar mandando a las nubes un tiro con todo a favor. Álvaro Rodríguez, echándole el aliento en el cogote, molestó lo justo en la jugada. La mejor acción del lateral derecho, sin embargo, todavía estaba por llegar. Indiscutible en el carril derecho en el primer tercio de la temporada, encontró un océano en la espalda de la defensa sportinguista para remontar el encuentro. El control con el pecho dentro del área pareció penalizarle, pero su ímpetu engulló la bisoñez defensiva de Queipo y aseguró el balón para embocar con una volea poderosa en el minuto 56. El Albacete fue capaz de remontar el encuentro y halló la calma idónea.

Pareció que le bastaría administrar la frustración de un Sporting alicaído. Como muestra del desánimo local, una combinación a placer de Maikel Mesa y del revulsivo Manu Fuster dentro del área rival que por poco terminó en la diana de la sentencia. La placidez terminó convirtiéndose en una mentira.

El Sporting, como si le hubiera visto las orejas al lobo, entró en combustión. Milovanovic, que había tomado el relevo de Djurdjevic, resucitó a los suyos con un martillazo que hizo temblar el travesaño y luego botó en la línea de gol, una premonición, porque solo dos minutos después, Cristo, otro revulsivo, hizo honor a su nombre y con un toque divino, tras recoger el rechace de un córner, sorprendió a Altube, estableciendo el empate definitivo en el minuto 80. Javi Martínez accedió al césped como último recambio tres minutos después. El Albacete acabó por agradecer el empate final en un campo de verdadera enjundia de Segunda División, máxime porque Zarfino, cerca del final, remató de manera tímida una falta lateral que Altube atrapó con suspense.