Tras pasar por uno de los proyectos de inserción sociolaboral que desarrolla Llanero Solidario, Francisco Picazo, vecino de Mahora, busca reorientar su vida a través del autoempleo en un sector en el que cree haber encontrado una oportunidad de trabajo: la limpieza y mantenimiento de lápidas.

Da este paso con 50 años y tras salir de la cárcel, por lo que el mismo es consciente de que se enfrenta a un reto difícil, pero se muestra a la vez muy ilusionado con la posibilidad de ganarse la vida, contribuyendo a la vez al buen estado de unas tumbas que «muchas veces no pueden ser mantenidas en condiciones por gente mayor, a la que le gustaba cuidarlas pero no pueden ya hacerlo, o por familias que se marcharon a vivir fuera y no tienen tiempo suficiente». 

Francisco tiene ya «todos los papeles preparados» para iniciar oficialmente su actividad en este mes de septiembre, aunque ya comenzó a buscar interesados en sus servicios antes del verano. «Empecé bien», relata sobre los más de 10 posibles clientes con los que contactó pronto, «pero ahora parece que se ha estancado un poco». Por ello, busca anunciar su idea en los ayuntamientos y camposantos de la provincia, labor en la que apunta «que me han puesto algunas dificultades». Ofrece sus servicios tanto para su localidad como «para la comarca de La Manchuela o incluso toda la provincia», tras haber constatado que no «hay empresas que se dediquen a lo mismo».   

«Hay muchísimas lápidas abandonadas», añade Picazo, que apunta a un momento concreto en el que tuvo esta idea: «hice una visita a mi padre al cementerio estando preso. Siempre que tenía permiso lo visitaba y, al ver que no podía atender la tumba, pensé que al salir de prisión podía ayudar a personas que se encontraran en mi misma situación  y decidí dedicarme a ello».

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