Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


El corbatín de Dámaso

26/08/2022

Hace cinco años, un lustro ya, que nos dejó el torero más querido, el más admirado, el mejor padre, ese esposo que siempre buscaba el lenguaje secreto de la mirada con el amor de su vida,  su mujer Feli Tarruella. El lector sabe que me refiero a nuestro Dámaso González. Como si hubiera sido esta misma madrugada, tengo fresco el triste despertar de aquel 26 de agosto de 2017, con el mensaje de su fiel amigo Pepe Huertas: «Javier, se nos acaba de morir el maestro. De lo humilde que fue, se ha muerto sin saber realmente qué grande era». Nadie muere mientras que se le recuerda, decía el poeta Oscar Wilde. Y Dámaso sigue muy vivo en el corazón de todos los albacetenses de bien y en el alma de muchísimos aficionados y gente del toro. Lamentablemente, nuestro Ayuntamiento sigue sin cumplir su palabra de denominar con su nombre una avenida del Albacete por el que tanto hizo. Por qué cuesta tanto, me sigo preguntando ante este desaire a su memoria, mover algo en esta ciudad. Dámaso vive. Yo mismo muchas veces, ante una preocupación o un reto, me pregunto cómo lo afrontaría aquel Dámaso González que figura en la galería personal de mis héroes. El otro día, cuando el presidente Pedro Sánchez animaba a desterrar la corbata para ahorrar energía, yo me acordaba de aquel corbatín de la dignidad torera que Dámaso anudaba a su cuello, para luego aflojarlo cuando metía su enjuto cuerpo entre los pitones del toro. Si la vida de los seres queridos se resume en un instante, para mí el recuerdo de Dámaso es el péndulo de su prodigiosa muleta entre las astas y ese corbatín rojo a medio anudar. Señor presidente, seguiré en mis clases y en mi oficina, portando mi corbata, por respeto, sobre todo, a quien tengo enfrente. Y cuando llegue la dificultad y el desasosiego, me acordaré del Rey del temple. Y torearé la situación, desanudando mi corbata, aflojándola, como hacia nuestro Dámaso González. Aquel desgarbado corbatín representa la metáfora de la entrega y el compromiso, el resumen de la dignidad torera y retrata al ser humano que se atrevió a desbancar lo imposible. Ese fue Dámaso González. Mi amigo.