«Hay pinturas y dibujos que alientan un recuerdo, iluminan un espacio íntimo, o la belleza sensual de un campo de amapolas; a veces, parecen espejos del mundo, de sus cosas y sus habitantes. Así puede entenderse el señero realismo de Pilar: una representación de lo que está allá fuera, entre las cosas, con los demás». Con estas palabras del pintor Alfonso Ruiz, comienza el folleto de la exposición de Pilar Alcolea en la Biblioteca Pública del Estado y que estará expuesta hasta finales del próximo mes de enero bajo el título de 'Contrastes cromáticos'. Esta muestra, que se inauguró este viernes en el marco de un acto en el que no faltó ni la música, ni la poesía, está formada por 25 cuadros de tamaño similar. Todos son paisajes de lo más variado y de ellos, 21 son acuarelas y los otros cuatro restantes son acrílicos.

Alcolea, que ha estado viviendo en diferentes poblaciones y actualmente lo hace en la capital, empezó en esto de la pintura cuando tenía apenas 12 años de edad y residía en La Roda y lo hizo, además, animada por su madre, la cual, apunta , «no sólo tenía muchas ganas de que una de sus tres hijas le llenase la casa con sus cuadros, sino que, además, me buscó a Alfonso Ruiz, al pintor que iba a instruirme en el marco de unas clases que eran igualmente superparticulares pues yo era la única alumna que había y en las que se puede decir que di los primeros pasos con los pinceles y que luego continúe en Zaragoza. En Zaragoza mientras que mis compañeras se apuntaban a todo tipo de clases relacionadas con el hogar, yo me apuntaba a pintura pues mi ilusión era prepararme para hacer el examen que en aquel entonces había de ingreso a los estudios universitarios de Bellas Artes, algo que, al final, por otra parte, no pasó».

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