La demanda de tratamiento por anorexia crece un 100%

Teresa Roldán
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Sólo la consulta externa monográfica de Psicología Clínica dependiente de la UTCA recibe a la semana siete nuevos casos, cada vez de edades más tempranas

Varias pacientes y profesionales acuden a su cita con la comida. - Foto: Arturo Pérez

Tras el incremento del 200% que experimentó la demanda de tratamiento tanto en consultas externas como en la zona de hospitalización de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete pasados los peores momentos de la pandemia del coronavirus, tanto a nivel local y provincial como nacoinal fruto del aislamiento y el consumo abusivo de contenidos de internet, ahora se observa una vuelta a la normalización de las peticiones de ayuda especializada en este recurso, aunque todavía con un aumento importante que duplica, en torno a un 100%, la demanda que había antes de la llegada del Covid.

La coordinadora de la UTCA, la psicóloga clínica María Dolores Gómez, informó que esta demanda de atención por este importante problema de salud como son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se materializa a nivel de la consulta externa monográfica de Psicología clínica en la llegada de siete casos nuevos a la semana, otros dos más en la de Endocrinología y tres más en la de Psiquiatría, consultas todas ellas vinculadas a la UTCA. 

Hablamos por tanto de 15 nuevos casos semanales que al mes se traducen en unos 60 pacientes nuevos que precisan esta atención multidisciplinar para afrontar su enfermedad e intentar curarse. Eso sí en este momento han aflorado en la UTCA los casos de edades más tempranas y más complicados porque se acompañan de autolesiones y de ideas suicidas en algunas pacientes, «de tal forma que hay pacientes que junto a un estado de desnutrición por una anorexia nerviosa restrictiva y una situación de insatisfacción presentan comorbilidades con otras alteraciones psicológicas o psiquiátricas», aseguró Gómez, que aclaró que «los trastornos de la conducta alimentaria no sólo se traducen en que la persona afectada por TCA deja de comer simplemente, sino que su gravedad es tal, que pueden llevar y llevan en la mayoría de casos asociado una alteración del estado anímico, como por ejemplo depresión, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ansiedad, así como intentos de autolisis».

A la cifra de casos atendidos de forma ambulatoria en las consultas externas dependientes de este dispositivo, hay que sumar las seis camas de hospitalización para los casos graves que tiene la Unidad, que ahora mismo se encuentra al 100% de ocupación, y otras 14 plazas más en el centro de día, aunque debido a las restricciones que ha ido imponiendo la pandemia del Covid está al 50% de ocupación en la actualidad, con ocho pacientes, «cada una de las cuáles tiene un proceso distinto, con unos regímenes de asistencia diaria diferentes», agregó Gómez.

En esta Unidad no hay demora ni lista de espera dada la gravedad de los procesos que se atienden y el perfil de las pacientes que precisan de esta ayuda, mayoritariamente mujeres, en casi el 100% de los casos, con una edad cada vez más precoz, la media está entre los 13 y los 14 años, aunque hay casos incluso de niñas con 10 y 11 años que debutan con estos trastornos. Por ello, las consultas de seguimiento son muy continuadas y con una regularidad que no supera los 15 ó 20 días, «los ratios de atención, desde la perspectiva psicológica son los adecuados».

Ahora mismo, dentro de los trastornos de la conducta alimentaria, el más frecuente y que más consultas de atención especializada demanda es la anorexia nerviosa restrictiva, en un porcentaje muy superior a otras patologías; algunas conductas purgativas bien anorexia nerviosa purgativa o bulimia nerviosa purgativa (pero en menor proporción), así como trastornos no especificados.

Los ingresos en este dispositivo suelen durar una media de dos meses en el mejor de los casos, y ocho meses más de normalización de la situación en el hospital de día, pero el tratamiento se prolonga durante uno o incluso dos años, siempre que no se produzcan recaídas. Después hay un seguimiento postalta donde las consultas cada vez se espacian más en el tiempo, proceso que puede alargarse hasta los tres años, en función de cada caso.

Anualmente son en torno a 300 los casos nuevos que requieren atención especializada en este recurso ubicado en el Hospital Perpetuo Socorro y dependiente del Servicio de Salud Mental.

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