Editorial

El dinero siempre está mejor en el bolsillo de los contribuyentes

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La campaña electoral para las citas del próximo año alcanza velocidad de crucero después de los encuentros nacionales celebrados el pasado fin de semana por los dos grandes partidos. Y uno de los debates que marca las diferencias entre populares y socialistas es el modelo fiscal, algo que afecta directamente al bolsillo de los contribuyentes. Mientras el PP insiste en el camino de bajadas de impuestos como cebo para recuperar votos, los socialistas se resisten a pesar de la difícil situación económica que atraviesan las empresas y los ciudadanos en un contexto de indeterminación por las muchas amenazas que asoman en el horizonte más inmediato.

En ese escenario, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, anunció ayer la «sexta bajada» tributaria de sus dos mandatos, con una deflactación de la tarifa autonómica del IRPF y una elevación de las cantidades exentas, siguiendo la estela marcada por los populares en Madrid y los presidentes de esta formación en Murcia y Castilla y León.

Esta línea balizada por el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se contrapone con la política que lleva a cabo el Gobierno de Pedro Sánchez, que mantiene o sube los impuestos para luego aprobar ayudas, bonificaciones o descuentos en determinados sectores. Los populares continúan con su apuesta de impuestos más bajos como el «camino más corto para ayudar a la gente», según decía ayer mismo su coordinador general, Elías Bendodo. Los contribuyentes lo tienen claro, siempre es mejor que el dinero esté en sus bolsillos y sean ellos los que tomen decisiones sobre la procedencia de consumir, gastar o invertir según su criterio y sus necesidades. Pagar y esperar a que luego te devuelvan lo aportado de más siempre es un mal 'negocio' para el ciudadano, que en muchos casos se tiene que ajustar el cinturón para llegar a final de mes.

Esta ofensiva tributaria del PP, en particular con la tarifa del IRPF y su corrección con la inflación, está metiendo presión a algunos líderes socialistas. Así, el gobierno valenciano de Ximo Puig ha deslizado la posibilidad de adaptar los impuestos al IPC. Y el País Vasco, donde el PNV gobierna con el PSOE, ha sumado el anuncio de una segunda deflactación del 4% tras haber realizado una del 1,5%. Con la actual crisis energética, la inflación en dos dígitos y una gran incertidumbre en el sector industrial, el goteo de rebajas fiscales va poco a poco minando la posición de un Gobierno que en muchas ocasiones se muestra insensible ante el clamor ciudadano. Es verdad que finalmente ha tenido que admitir y aprobar muchas de las medidas que durante meses le han reclamado desde la oposición, las autonomías o sectores afectados por sus propias políticas. Y todo, sin dejar de menospreciar a los demás.