“Por Dios, Leti, ¡baja al paraca de una vez, mujer, que como lo vean los catalanes, menudo ridículo! Señor, señor, con lo grande que es la Castellana y se queda colgado de una farola delante de todo el mundo, si es que no puede ser”. Y ahí que se fue Su Majestad La Reina puesta como una furia, porque vamos a ver, con toda la gente que hay en el desfile, a ver por qué me tiene que tocar a mí la china de coger la escalera y bajar a este señor si mi marido es el Jefe de Estado.

Naturalmente, el párrafo anterior no es lo que pasó en Madrid el Día de las Fuerzas Armadas, sino una de las muchas escenas que se vieron ayer en una realidad alternativa, pero que muy alternativa: la de la Cabalgata del Carnaval de Tarazona de la Mancha, que por el momento solo tiene la Declaración de Interés Turístico Regional pero que visto el ingenio y el humor que derrochan los tarazoneros y tarazoneras, ya debería ser de Interés Turístico Cósmico.

Hagamos una breve parada para hablar un rato en serio. Aunque no lo parezca, el Carnaval de Tarazona de La Mancha es una cosa muy seria en la que se fijó hasta Cervantes, pues cuando Don Quijote pasó por estos pagos, dio fe de haber visto “gente disfrazada”. Tanto arraigo tiene, que ni las prohibiciones de la posguerra pudieron con él y, hoy en día, todos los vecinos echan muchas horas y muchos días para preparar sus números y escenas antes de desfilar.

Y cuando se dice ‘todos’ los vecinos, es todos, de forma literal. En la cabalgata de ayer, había cinco charangas para amenizar el cotarro: Musicarios.com, Los que Faltaban, Notados, Batucada y El Mosoko. En esta última, cerrando la marcha, marcando el paso y dándolo todo estaba al saxofón el alcalde, Miguel Zamora, manteniendo una larga tradición de regidores locales que se implican como uno más en las celebraciones de la gran fiesta del municipio.

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