Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Poco pan y mucho circo

12/10/2021

Y de pronto la Cultura se ha convertido en su obsesión permanente. Casi en la máxima. Debe ser que, durante la pandemia, se han dado cuenta de que, cuando la gente está entretenida, piensan menos, apenas se plantean dudas y van a votar sin muchos dilemas. Y de ello han hecho causa general. Desde el Gobierno de España, hasta el Ayuntamiento del pueblito más remoto, pasando por los más alto despachos autonómicos en los que gerifaltean los socialistas, todos lo tienen claro: mucho circo y pronto. Lo del pan, ya veremos. Lo que sí es una evidencia es que esta fijación por la Cultura como si no hubiera un mañana, tiene un objetivo claro: votos. Y no solo de los que integramos la castigadísima industria cultural de este país (contentos nos tienen), sino de todos esos a los que se quieren acercar a través de eventos, espectáculos y exposiciones que, mire usted, alegran la existencia… aunque no haya mucho en la nevera. Esto no es cosa nueva. Desde tiempos inmemoriales el circo ha servido para amansar a esas mismas fieras que, minutos antes, habían jurado devorarnos y sin piedad. La vieja fórmula sigue funcionando y ellos lo saben; a pesar de llevar demasiado tiempo sin hacer mucho caso a un sector tan necesario, a mimar y potenciar. Y es en este punto en el que aparece Sánchez -metiendo en el bolsillo 400 euros, para «gasto cultural», a todos esos que estén rozando los 18 años-. He visto pocas formas más descaradas de comprar votos. Y a troche y moche. Dicha ocurrencia viene con problemas añadidos, ya que solo en lo que el Gobierno considera «Cultura» se puede invertir ese puñado de pasta fresca. Y resulta que los toros no entran. Aunque, nos guste o no, forman parte del listado de bienes culturales patrios. A lo mejor lo son más el Fornite o el póker on line. Ya puestos, quizá, a las lumbreras que han activado esta maniobra propagandística tampoco le gusta que la chavalería se gaste ese parné en libros publicados por autores no alineados con la izquierda o en asistir a recitales poéticos u obras de teatro que cuestionen la praxis del Ejecutivo. Y es que Sánchez, y los suyos, siguen creyendo que la Cultura es de su propiedad. Craso error. Como pensar que, solo con mucho circo, el público se va feliz a la cama. Pero más si han cenado.