La fe mueve montañas y el fútbol esconde a veces desenlaces imprevisibles. El Villarrobledo, que nunca bajó la guardia y se aferró hasta el final a sus opciones de evitar una nueva derrota, conquistó hoy un punto en el partido en el que se vio más superado por un adversario. Edu Pérez se afanaba en reclamar un premio en otros encuentros por el trabajo y el esfuerzo del equipo cuando no había sido inferior a sus rivales. Ayer, ante un Melilla que perdonó varias ocasiones muy claras, recogió al menos parte de lo sembrado, eso que consideraba el técnico madrileño que el fútbol les debía. El tanto de Miki Cantave en el minuto 94 supuso romper una racha de cinco derrotas y, aunque situado aún como colista, mirar las siguientes citas con un mayor optimismo.
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