Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


Cuando Casado mentó la bicha

24/02/2022

Se sabe que la gratitud y la lealtad son virtudes que no suelen adornar el comportamiento humano, pero, aun sabiéndolo, pasma lo que ha hecho el Partido Popular con Pablo Casado. Cuantos viven del PP, o bien de otras cosas gracias a la marca, han dado en los últimos días una lección magistral de cómo puede combinarse fatalmente la actividad política con una severa falta de escrúpulos.

Quienes hasta hace solo una semana aplaudían a rabiar al líder carismático pese a no ser nada carismático, y le reían a mandíbula batiente las gracias para las que tan poca maña se daba, se han confabulado de súbito y rabiosamente contra él como si les debiera dinero, le han dado la espalda incluso aquellos supuestamente más fieles, le han forzado con sus defecciones y amenazas a despedir a la francesa a su extravagante segundo, y a él a apurar hasta las heces el cáliz de la traición. Y todo, por decir públicamente lo que pensaba sobre la conducta de Isabel Díaz Ayuso en relación a los negocios de su hermano con la Comunidad de Madrid que la tal preside.

Hay más cosas, más causas de la defenestración del líder, y casi todas ellas se van analizando minuciosamente éstos días, pero no es descabellado suponer que esa masiva espantada al oírle hablar de un posible caso de corrupción en el partido, ¡y en contra!, ha tenido bastante que ver. Es cierto que en esa denuncia radiofónica de Casado pudiera no latir solo un propósito higiénico, sino también el mal rollo derivado de la ácida ingratitud de su ex-amiga o hasta la envidia por unos éxitos electorales que con él han sido esquivos, pero no lo es menos que fue hablar de corrupción en el PP desde dentro, y venirse todo abajo como si hubiera mentado una bicha que en ese sitio no se puede mentar.

Pablo Casado no ha caído por ser un pésimo dirigente político, que lo ha sido, ni por auxiliarse con un secretario general tan torvo como suelen ser los de ese empleo, sino por traspasar la línea roja que el conjunto de los que vivaquean en el PP creen que no debe cruzarse por nada del mundo. Sin embargo, ello no amplía sus méritos, pues usó la información sobre el "caso hermano" de que disponía para intentar neutralizar a la pujante hermana y no para emprender una verdadera limpia. Sus postreras palabras en el Congreso como jefe del PP no podían, por lo demás, contener más cinismo: "Entiendo la política como el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros". Respeto al adversario, ninguno, y la entrega a los compañeros, regular.

Apenas hace una semana, el uno y los otros aún intentaban convencer a la gente de que eran la alternativa fetén, moral, regeneradora.