Las entrañas de Bevilacqua y Chamorro

Agencias
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Lorenzo Silva festeja 24 años de su célebre pareja policial con 'La llama de Focea'

El autor, en Lugo, punto de partida del nuevo crimen de su novela. - Foto: Carlos Ruiz (EFE)

Con el objetivo de saldar una «cuenta pendiente» con Galicia, Lorenzo Silva presenta su nueva novela policíaca La llama de Focea, en la que celebra casi un cuarto de siglo de sus personajes Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, algo que empezó como «un experimento muy personal» y que le ayudó a poder ser escritor, a pesar de las dudas iniciales. «Puede ser fácil llegar pero sostener el éxito es complicado», aseguró.

 Silva rememoró cómo empezó en el mundo de la escritura, previo paso de estudiar Derecho y trabajar como abogado. «Yo me decanto por el Derecho porque me planteo si puedo vivir de ser escritor. Ni era fácil ni lo es ahora encontrar tu lugar y mantenerte», confesó.

El autor destacó que la novela policíaca «pasa por un buen momento» y rechazó aquellos comentarios que consideran que «hay muchos libros». «En estos momentos hay mucha diversidad y existe una gran oferta como para que cada lector encuentre un libro que responda a sus expectativas. No todos vamos por el mismo carril y eso da vigor a un género», defendió.

En este sentido, recordó que durante casi 10 años ha tenido junto a su mujer una pequeña editorial, con el objetivo de ayudar a jóvenes escritores. «Es una aventura bonita haberla vivido y hemos dado la oportunidad a algunos y eso siempre es positivo», desveló.

Esta nueva entrega transcurre en Galicia, un lugar que despierta grandes memorias a Silva, y concretamente en el Camino de Santiago, punto de partida del crimen de una mujer. Una de los detalles más especiales de La llama de Focea es que sirve de homenaje a su gran amigo Domingo Villar, fallecido el pasado mes de mayo, y también de esta región. «Era casi obligado rendirle homenaje. Falleció mientras yo escribía este libro y merece no ser olvidado», apuntó.

Una de las principales novedades, respecto a los principales protagonistas, es que el libro permite ver que «son más maduros que nunca», lo que conlleva a un ejercicio de profundidad en ellos mismos, según explicó. «Por ejemplo, Bevilacqua está en una edad que debe hacerse preguntas sobre su futuro, sobre quién es y qué sentido ha tenido», desvela.

Feliz de que Bevilacqua sea su particular «gordo de Navidad», Silva recordó que, pese a que en esta entrega viaja a sus «entrañas», no es el final de la saga, ya que pretende aportar otras tres novelas más, porque a su protagonista aún le quedan cuatro años para jubilarse.