¿Qué son los ecoesquemas?

M.H. (SPC)
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La nueva PAC recompensará a los agricultores y ganaderos que desarrollen prácticas sostenibles, respetuosas con el medio ambiente y que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático

La velocidad de las cosechadoras modernas es un problema para la fauna. - Foto: M.H. (SPC)

El actual modelo de agricultura y ganadería intensivas es muy necesario, a día de hoy, para que la población pueda disponer de alimentación básica sin restricciones y a precios moderados. Los avances que se han conseguido en las últimas décadas en materia de maquinaria, productos fitosanitarios, técnicas, variedades y razas, etcétera, han facilitado un aumento en las producciones y un descenso en las horas de trabajo necesarias y en los costes que se generan. Gracias a ello, y más allá de las diferencias entre los precios en origen y en destino, los supermercados y comercios pueden disponer de una oferta variada y asequible para todos los ciudadanos. Esa es la parte buena.

Sin embargo, esas mismas prácticas presentan aspectos cuestionables desde el punto de vista medioambiental. Es de sobra conocida la toxicidad de muchas de las sustancias que se aplican en los cultivos. Un estudio del IREC (Instituto de Recursos Cinegéticos) de la Universidad de Castilla-La Mancha advertía ya en 2012 de los efectos nocivos de las semillas tratadas con un insecticida (imidacloprid) y dos fungicidas (tiram y difenoconazol) para las perdices rojas (incluso para la supervivencia de los pollos que nacen meses después de que sus padres se alimenten con ellas), efectos lógicamente extrapolables a muchas otras aves esteparias granívoras.

Pero hay muchas más consecuencias: la siega en verde de algunas forrajeras echa a perder nidos de gran cantidad de especies; la creciente velocidad de las máquinas se lo pone cada vez más difícil a las aves que habitan zonas cerealistas para salvar a sus polladas de cosechadoras y empacadoras; los abonos, que a veces también pueden ser ingeridos por aves granívoras, tienen capacidad para contaminar acuíferos, al igual que los purines de las granjas de porcino; las concentraciones parcelarias que se han llevado -y se siguen llevando- a cabo en muchos territorios eliminan cualquier resquicio de cobertura vegetal silvestre en las zonas cultivables, privando así a la fauna de lugares de refugio y reproducción; las emisiones de gases de las explotaciones de vacuno contribuyen al efecto invernadero; los regadíos mal gestionados pueden llegar a agotar acuíferos…

El pastoreo extensivo es una de las propuestas del Ministerio.El pastoreo extensivo es una de las propuestas del Ministerio.En fin, que para la naturaleza, muchas de las prácticas agrícolas y ganaderas que existen actualmente son ningún regalo. Constituyen, quizá, un mal necesario, pero eso no significa que los profesionales, con el apoyo de la sociedad en su conjunto, no estén obligados a paliar esos efectos adversos en la medida de los posible. Y es ahí donde entra esa nueva figura de la Política Agrícola Común (PAC) que se acaba de pactar: los ecoesquemas.

Según el acuerdo al que llegaron los ministros de agricultura de todos los países de la Unión Europea la semana pasada, el 20% de los pagos de la PAC van a ir destinados a recompensar prácticas que beneficien al medio ambiente o al menos reduzcan los daños que el modelo actual le infringe. Los ecoesquemas vendrían a ahondar en el papel que actualmente tienen los denominados pagos verdes, pero los requisitos para cobrar estos montantes van a variar. Son un instrumento para incentivar a los profesionales del campo a obtener sus producciones de manera más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

 

Cada país decide

La Unión Europea ya establece requisitos mínimos en este sentido, pero estos pagos pretenden remunerar a aquellos dueños de explotaciones agrícolas y ganaderas que quieran ir un paso más allá y poner en práctica por su cuenta métodos que respondan a los tres objetivos específicos medioambientales que han quedado claros en el acuerdo: cambio climático y energía sostenible; desarrollo sostenible y gestión eficiente de los recursos naturales; y protección de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, conservación de los hábitats y los paisajes.

Tras el pacto entre los ministros de agricultura de la UE. del porcentaje que se va a dedicar a esta finalidad, es ahora cada país el que debe establecer los requisitos necesarios para cobrar este dinero. Lógicamente, no es lo mismo una granja de pollos que un cultivo de remolacha de regadío, por lo que estos criterios deberán ser lo suficientemente flexibles para brindar la oportunidad de acceder a esta bonificación a todas las explotaciones, sean del tipo que sean.

En ese sentido, el Ministerio que dirige Luis Planas ha sugerido algunas líneas de actuación para orientar a agricultores y ganaderos: pastoreo extensivo; implantación y mantenimiento de cobertura vegetal viva en cultivos; incorporación al suelo de restos de poda en cultivos leñosos; fomento de rotaciones con cultivos mejorantes; fomento de aplicación de planes individuales de fertilización; fomento de aplicación de planes individuales de uso sostenible de productos fitosanitarios; implantación y conservación de márgenes, islas de vegetación y corredores multifuncionales; y participación en programas individuales o colectivos de valorización energética de estiércoles de rumiantes y equino y biomasa de origen vegetal.

La agricultura y ganadería ecológicas serán sin duda también otro medio para poder acceder a los pagos de los ecoesquemas. Los requisitos que impone este modelo de producción tienen una vocación indudablemente verde, que es lo que al final se pretende conseguir con el acuerdo firmado la semana pasada en Bruselas.