Su situación no es diferente a la de otros sectores que, cuando empezaban a levantar cabeza, la pandemia del Covid-19 los volvió a meter a lo más profundo del océano. La construcción se teme lo peor, no lo que ha pasado o está pasando, sino lo que está por venir. En los últimos meses, algunas grúas se han levantado en varios solares del casco urbano para edificar pequeños inmuebles que ya tenían programados antes del estallido de la crisis sanitaria. Pero esa sensación de recuperación no es más que un espejismo. «Estamos trabajando aquellos que pusimos la maquinaria a rodar antes del coronavirus, lo normal es que la construcción de un bloque de viviendas te lleve entre 12 y 18 meses, y esas son las obras que están ahora mismo en marcha», aclara el presidente de la Asociación de Promotores y Empresarios de la Construcción de Albacete (Apeca), Juan Pedro Delicado.
La paralización absoluta de la obra pública e industrial es lo que más daño está haciendo a la construcción. «Las inversiones no existen», lamenta Delicado, que teme que lo peor esté por llegar, un 2021 horribilis en el que podrían desaparecer el 50% de las empresas dedicadas a la construcción en esta provincia. «Ojalá y me equivoque, pero todo apunta a que lo peor está por venir, la situación actual nos hace ser pesimistas y considerar que lo duro vendrá a partir del último trimestre de este año y primeros de 2021». Una situación que solo se revertiría si se reactiva la inversión pública, a través de las ayudas europeas que también están por llegar: «Es la única esperanza que nos queda».
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