El abismo de jugar el partido sin Iglesias

Agencias
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Podemos abre una nueva etapa sin su líder en la que Montero podría tomar el mando a la espera de que Díaz dé un paso adelante

La vicepresidenta tercera ha apoyado al ya exdirigente morado en la campaña. - Foto: Zipi

Casi de imprevisto, Podemos entra de pleno en una nueva etapa, por primera vez sin el hiperliderazgo de Pablo Iglesias, que dimitió la misma noche electoral en Madrid y que ya había dejado claro anteriormente que quiere ser relevado al frente del partido por una mujer, lo que sitúa a Irene Montero e Ione Belarra en una clara posición de salida. 

Las ministras, además de tener una excelente relación, son las número dos y tres de la formación morada, así que no es extraño que los dirigentes del partido ya apunten en público y en privado a sus nombres como los de las posibles herederas del liderazgo del bloque e, incluso, de la alianza con Izquierda Unida, sobre todo si Yolanda Díaz mantiene su negativa a pilotarla.

La nueva vicepresidenta tercera del Gobierno ha sido designada por Iglesias como su sucesora al frente de Unidas Podemos y futura candidata a la Presidencia, pero ella ha dicho en varias ocasiones que no milita en Podemos sino en el PCE y que no aspira a liderar el partido morado, aunque sea la cabeza visible de la coalición en el Gobierno.

Y a ese posicionamiento aludía ayer su entorno, que, como el resto de la asociación, guarda silencio sobre la marcha de Iglesias.

Podemos no ha dado cuenta todavía si el relevo se hará formalmente mediante una nueva asamblea un año después del Vistalegre III que reeligió por cuatro años a Iglesias y aprobó nuevos estatutos, o si la ejecutiva continuará pilotada por Montero como número dos que es de la formación.

El exvicepresidente empezó a preparar su adiós después del verano, cuando avisó a su núcleo duro de que había que empezar a repartir los papeles para que emergieran nuevas voces. Ahora, el nuevo capítulo que está por escribir es qué es Podemos sin Iglesias, un líder que estampó su cara en la papeleta de las primeras elecciones a las que se presentó, las europeas de 2014, y que tras ser el candidato a cuatro generales se ofreció como cabeza de cartel a la Comunidad de Madrid ante la amenaza de quedarse sin representación en la Asamblea.

La marcha de Iglesias, que ganó en su partido cada batalla interna que le planteó Íñigo Errejón, coincide con el momento más dulce para su ex mano derecha: en medio de una debacle de la izquierda, con su proyecto de Más Madrid ha conseguido el objetivo que siempre tuvo Iglesias, adelantar al PSOE.

«Me siento muy orgulloso de haber sido útil a mi formación y a mi país... pero cuando uno deja de ser útil tiene que saber retirarse», aseguró al anunciar su paso atrás, en el que, no obstante, lamentó que le hayan convertido en «un chivo expiatorio que moviliza los afectos más oscuros y más contrarios a la democracia».

Si en cualquier otro partido la marcha del líder podría generar un vacío que obligase a las distintas corrientes a resituarse, en un Podemos en el que ya apenas quedan voces críticas se da por hecho que no hay otro escenario más que el de una transición tranquila. Lo que está por ver es si se está a tiempo de reflotarlo.