Donantes de sangre, 50 años de solidaridad

J.I.S.
-

La Hermandad de Donantes de Sangre de Albacete cumple medio siglo; su historia está ligada a la provincia de Albacete

La primera sede de la Hermandad. - Foto: Hermandad de Donantes

Hace solo unos días, una donante nos comentaba: «Se que estoy contribuyendo a mejorar la salud de las personas que la necesitan e incluso a salvar su vida y eso hace que me sienta bien». Clarisa Picazo es una de las más de 70.500 personas que han donado su sangre desde que el 1 de abril de 1971 comenzara su andadura la Hermandad de Donantes de Sangre de Albacete; una institución cuya historia ha transcurrido de forma paralela al devenir de la provincia. Desde el principio ha latido con fuerza el lema de que donar sangre es donar vida.

Y es que más allá del acertado eslogan, la Hermandad se fundó precisamente por un hecho en el que la sangre donada ayudó a salvar una vida. Un grupo de empleados de la banca albacetense se encontraban reunidos en la antigua Residencia Sanitaria de la Seguridad Social. De repente, en el mismo edificio, un parto se complicó y el profesional que atendía a la mujer, les requirió su solidaridad. No dudaron en hacerlo y fue en ese momento cuando se forjó la idea de constituir la Hermandad. Como nos explica el presidente actual, Jesús Igualada, «desde ese instante, en Albacete, nunca ha habido que comprar la sangre y nunca ha faltado una bolsa para ningún paciente». El hecho ocurrió en la primavera de 1971. Solo un año después ya eran 1.000 los socios donantes. Una cifra solidaria que se fue multiplicando desde el principio.

Desde sus comienzos, la labor de la Hermandad fue acogida con respeto y cariño por la sociedad de Albacete. Así lo describía en verso un poeta en La Verdad: En abril, hace tres años / comenzaba la tarea. / Entre Blas y sus muchachos / ha subido la marea. / Una marea altruista, / con esfuerzo y sin desmayo. / Ahí no cabe el egoísta / sino el alma de rayo. / Mil setecientos litrillo / para salvar muchas vidas / Tienen su gloria y su brillo / Y ya están reconocidas. / Los vampiros, aburridos, / se quedan si heredad. / Todo el mundo da su sangre / pero solo a la Hermandad.