"Los acuerdos con terceros países son de vital importancia"

Manuela Lillo
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Pedro Barato es el presidente de ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores), la organización más importante de España en este sector con unos 200.000 afiliados y conoce la realidad del campo como nadie tras vivirla en primera persona

"Los acuerdos con terceros países son de vital importancia" - Foto: Tomás Fernández de Moya

Es considerado por muchos la voz del campo. No en vano, es el alma de ASAJA, el sindicato agrario más importante de España, desde hace casi tres décadas. Charlamos con él sobre la actualidad de la tierra y de quienes la trabajan.

 

¿Cómo se está desarrollando la vendimia en las distintas zonas de España? ¿Qué previsión de cosecha estima en el país?
La vendimia ha transcurrido con algunas incidencias climatológicas, pero la incidencia más importante que ha tenido en todo el territorio nacional, con algunas excepciones, es la de los precios percibidos por el agricultor. No entendemos cómo se pueden pagar las uvas al precio que se están pagando. Es cierto que el consumo en el canal Horeca ha sido menor, pero ha habido situaciones complicadas en otras zonas del territorio, como por ejemplo Rueda; Rioja no ha alcanzado los precios de otros años e incluso algunos viticultores han tenido que reubicar la uva porque sus compradores tradicionales no la querían.
En cuanto a las cantidades, me gustaría ser prudente hasta que cerremos el ejercicio, pero va a ser una cosecha no tan grande como algunos decían, aunque desde luego superará los 40 millones de hectolitros. También hemos visto cómo ha habido situaciones particulares, denominaciones de origen que no voy a nombrar, en las que, pase lo que pase, truene, apedree o no apedree, siempre cuadran las cifras que se tienen que producir. Son muchas casualidades año tras año.

 

¿Habría que meter mano en ese sentido para clarificarlo?
Habría que, de una vez, no mirar para otro lado y ver qué es lo que ocurre con los datos de las industrias fundamentalmente.

 

La pandemia lo está marcando todo, también la actividad en el sector agrario. ¿Ha tenido incidencia el COVID? ¿Cómo se están desarrollando las campañas agrícolas en este contexto de crisis sanitaria?
Hemos tenido algunas situaciones complicadas al inicio, fundamentalmente en la época de la fruta y en algunas zonas como Aragón y Cataluña, pero creo que la prevención de riesgos laborales por parte del empresariado español se ha hecho francamente bien. En esta época de vendimia, en la zona por ejemplo de Castilla-La Mancha, no hemos visto ni un sólo caso. Ha habido localidades con problemas, pero creo que se han hecho las cosas bien y en esta materia volvemos a lo de siempre: el empresario agrario cumple rigurosamente con los convenios colectivos y con los acuerdos.
Cuando nosotros hacemos contrataciones en origen sí tenemos la obligación de buscarles un alojamiento digno a los trabajadores, pero cuando no se hace ese tipo de contratos no somos el Ministerio de Vivienda. Creo que en esta pandemia ha habido declaraciones que yo achaco al desconocimiento, y no quiero decir que sea de mala fe: aquí ni se tiene a los trabajadores en régimen de semiesclavitud, ni se les mete la mano en la cartera. Se cumple rigurosamente con las normas tanto sanitarias como de negociación colectiva.
Creo que el sector ha dado muestras una vez más de lo que es capaz de hacer en situaciones complicadas. Veníamos de las manifestaciones, desinfectamos nuestros pueblos y continuamos produciendo para que no faltara de nada en la mesa y los frigoríficos de nuestros conciudadanos; es más, los agricultores españoles hemos sido capaces de producir el 96% de lo que se venía consumiendo en los hogares. Tal vez hayan tenido menos aplausos que otros sectores, pero su trabajo y su comportamiento han sido vitales.

 

La movilización que protagonizó el sector en toda España antes de la pandemia dio lugar a una modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria. ¿Ha dado respuesta a la crisis de precios que había?
No. Y no nos extrañemos de que el campo español, en la medida en que se pueda desde el punto de vista sanitario y de responsabilidad, vuelva a salir a la calle porque el tema de los precios para mí es el problema fundamental. La Ley de la Cadena hay que cumplirla y, si no es suficiente, entre todos tenemos que ayudar a que el campo tenga una rentabilidad por lo que produce. La PAC supone el 30% de la renta mientras que el 70% viene del mercado y necesitamos que los precios que percibe un agricultor por sus productos no solamente tengan el coste de producción, no, sino que estén por encima como ocurre con cualquier otro bien. Creo que queda mucho por hacer, principalmente por parte de las administraciones.

 

¿Barajan tractoradas u otro tipo de medidas de presión, teniendo en cuenta las restricciones sanitarias?
En cuanto a las movilizaciones, irá en función de lo que ocurra en este periodo de tiempo. Si la Ley de la Cadena soluciona parte del problema no tiene porqué haber movilizaciones en este punto. Si la reforma de la PAC se hace de una forma homogénea, no tiene por qué haber movilizaciones. Pero si no se arreglan las cosas, dentro de lo que una organización agraria tiene que hacer se incluye el movilizar, reivindicar y pedir soluciones.


¿Se ha reunido con el ministro o con representantes del Ministerio para abordar este problema?
Sí, y la respuesta ha sido que se sigue trabajando en esta materia. Tenemos que ver qué pasa con competencias a nivel europeo y cuando hablamos de costes de producción. Unos quieren que sean costes individuales, otros que sean comarcales, otros provinciales… Hay muchas excusas, pero creo que sabemos, más o menos, lo que cuesta producir un kilo de uva, de aceituna o de carne. El hecho es que las leyes son para cumplirlas y las tienen que cumplir todos, que no se escape nadie. Y sí hemos tenido reuniones con las administraciones, concretamente con el ministro y con el secretario general. No son reuniones institucionales, pero hemos hablado de lo más importante: la administración tiene que hacer todo lo posible para que se cumpla el que los productos tengan un precio justo.  

 

La cuestión es que se fijen unos parámetros sobre los costes de producción para que no se pague menos y así se cumpla la Ley de la Cadena Alimentaria, ¿no es así?
Sí, unos parámetros que pueden ser realizados por universidades o comunidades autónomas (muchas tienen estudios sobre el tema) y eso trasladarlo a los contratos. En estas últimas semanas hemos publicado los costes de producción a través de la Interprofesional del Vino y creo que nadie se lleva a las manos a la cabeza porque son trabajos muy profesionales, en este caso de la Universidad de Castilla-La Mancha.

 

En cuanto a la PAC,  ¿cómo valora el acuerdo sobre la PAC alcanzado esta misma semana?, ¿piensa que es beneficioso para España?
Es un acuerdo político que ha tardado más de dos años y medio y el aspecto positivo es que por fin lo tenemos. Tiene que verlo ahora el Parlamento y cuando salga del mismo están los famosos trílogos, la reunión entre el Consejo, el Parlamento y la Comisión. Ahí se van a concretar los epígrafes de la futura PAC. Hasta que no vea al final el acuerdo cómo va a venir, no puedo decir que sea un acuerdo beneficioso, máxime cuando ya he dicho que va a tener menor dinero y nos van a venir más cosas. En cuanto a los ecoesquemas, sobre los que había una división muy grande, que la sigue habiendo en el Parlamento, el Consejo ha aprobado que sea del 20%, pero no sabemos porque ahora a lo mejor hay que ceder ante el Parlamento o al final son del 22, el 23 o el 24%. Los Verdes querían que fuera del 40 y algunos del 50%. Eso es una barbaridad. Nosotros siempre dijimos que esto de los ecoesquemas era un lío y que no se puede hacer más cosas con menos dinero, si quieren hacer más cosas, que pongan más dinero. 

 

¿Cómo valora los fondos que finalmente se fijan para el periodo 2021-2027?
En el marco financiero plurianual ha habido 1,07 billones de euros, y con el mecanismo de recuperación son 750.000 millones. Este presupuesto significa, en precios constantes, no corrientes, una reducción de más del 10% de la PAC en relación con el presupuesto actual, que eran 382.000 millones y pasa a 344.000 millones. En España, de 47.500 pasamos a 42.771. Lo que ocurre es que el ministro hace los cálculos, en vez de constantes, corrientes. Pero yo pongo un ejemplo: compro una casa hoy por 47.000 millones de euros y la vendo en 2027 y me siguen dando 47.000 millones de euros. Yo he perdido poder adquisitivo, esa es la diferencia entre los euros constantes y corrientes, y el ministro no aplica inflaciones ni nada. Por eso a él le da una cifra, 47.700, y a nosotros 42.700. Pero esto es fácil, ya sea en corrientes o en constantes, veremos luego si el agricultor recibe lo mismo o no. Calculamos que se pierden 4.750 millones de euros en el periodo 2021-2027.

 

¿Cómo debe ser ahora ese reparto de los fondos?
La reforma de la PAC de futuro debe ser para los agricultores y ganaderos españoles y que no dependa de actitudes políticas egoístas de las comunidades autónomas. El objetivo debe ser premiar la actividad agrícola y ganadera, sea como sea su orden en la explotación (sociedad limitada, cooperativa, empresa…). Y que no se establezcan unas condiciones que no se puedan cumplir o que sean complicadas, porque eso hará perder actividad, que es lo que ha estado ocurriendo con determinadas medidas.

 

¿Y con respecto a la anterior PAC?
Esta reforma debe de ayudar a quien en otras reformas se ha ayudado menos: ganadería extensiva, agricultura con limitaciones específicas o ubicadas en zonas complicadas y todo lo que concierne al despoblamiento; eso no es PAC, pero sí se puede compatibilizar las ayudas que van a venir a España para complementarla.
Luego, los acuerdos con países terceros hay que mirarlos muy bien, fundamentalmente por nuestras frutas y hortalizas y por todo lo que concierne a sanidad animal y vegetal. La agricultura no puede seguir siendo moneda de cambio. En España cumplimos todos los requisitos europeos y de ahí que la exportación para nosotros sea de vital importancia. Eso significa que tenemos que tener normas adecuadas para seguir conquistando mucho más mercado. Frutas y hortalizas creo que lo está haciendo, el mercado del aceite lo ha hecho, el del vino lo está haciendo y hay exportaciones como la ganadería con las que estamos abasteciendo mercados. Si los acuerdos que se firman con países terceros son de equilibrio harán que podamos llegar más a esos mercados. Me refiero a Turquía, a los países del norte de África, del Golfo Pérsico; y si el acuerdo con Chile lo sabemos aprovechar, podemos abrir el canal del Pacífico hacia India, China…

 

¿Cómo tienen que ser los acuerdos?
Son de vital importancia, pero si no están equilibrados y la agricultura es moneda de cambio, al final salimos perjudicados. A mí me gustaría sacar la agricultura de la OMC o del panel de la OMC porque luego vienen situaciones como la de la aviación: hay un problema entre Boeing y Airbus y resulta que quien paga el pato es el aceite, el vino, los jamones… O hay un problema con Rusia por el gas de Ucrania y resulta que nos prohíben la exportación de productos españoles a Rusia. Creo que del panel de la OMC habría que sacar la agricultura porque es un sector estratégico.

 

¿Cree que el Gobierno español debería haber luchado más para evitar los aranceles de EEUU?
Tendría que haber hecho más cosas de las que ha hecho en la primera etapa, como Francia o Alemania, y no dejar todo en manos de la UE. En una reunión con la ministra de Industria y el ministro de Agricultura supimos algo sobre una sentencia que va a salir a final de mes, de la que se ha filtrado algo, aunque hasta que no la vea no quiero hacer ninguna valoración, pero es sobre la posible sanción que le puede caer a Estados Unidos en este tema.

 

¿Cómo se puede favorecer el relevo generacional en el campo?
Todos los trabajadores agrarios somos importantes, pero hay una franja de edad, la de quienes están entre los 35 y los 55 años, que es el corazón, la columna vertebral del campo español y hay que hacerles la vida más fácil. Sin duda se debe apoyar a jóvenes, a mujeres y a quien lleva toda la vida en esto, pero ese núcleo, desde mi punto de vista, ha sido el gran olvidado en determinadas políticas activas.

 

La siguiente campaña agrícola que llegará será la de la aceituna. ¿Qué previsiones tiene?
En la campaña de olivar siempre superamos ya, a no ser que venga una catástrofe, el millón de toneladas. Hay quien que habla de 1,3 o 1,4 millones, pero es prematuro. Lo que no puede ser es que si hay perspectivas de agua, el aceite baje a una velocidad de vértigo y si no, suba, pero mucho más lentamente. Los mercados que estamos conquistando están dando sus frutos, pero hay una parte del olivar español, el tradicional, de baja producción, al que hay que dar alternativas y ayudarlo. Las ayudas pueden venir por lo ecológico, mantenimiento de la cubierta… por donde quieran, pero que vengan. Yo apostaría porque el sector del olivar tuviera un plan de reestructuración importante y sería fundamentalmente con agua.

 

En relación al agua, ¿cuál sería la solución para la agricultura? ¿Un plan hidrológico nacional que contemple los trasvases? ¿Sistemas de modernización de regadío?…
Qué bien podríamos aprovechar estos fondos europeos para hacer nuevos regadíos. Creo que si nos vamos al debate del trasvase, del Plan Hidrológico, eso ya quedó en el pasado y lo que hace falta es ordenar primero las cuencas. Hay determinadas zonas del país que han hecho un esfuerzo tremendo en materia hidrológica con su propio dinero. Siempre digo lo mismo: 11 millones de hectáreas de secano tienen un valor menor que 3,5 millones de hectáreas de regadío. Y donde hay un poco de agua, la gente se está reestructurando y yendo a cultivos leñosos: olivar, pistacho, nogal… Quien no quiera ver esto es porque ni cree en la agricultura, ni en nuestro país, ni en que donde hay agua hay vida, por muchos discursos que tengan en la boca. Donde hay agua, no hay despoblamiento.