Fin de la aventura de 'El Coletas'

Pilar Cernuda
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De momento, Pablo Iglesias ha renunciado a todos sus cargos tras su fracaso madrileño, aunque habrá que ver dentro de unos meses o unos años si realmente era para siempre o vuelve de nuevo al ruedo

Fin de la aventura de 'El Coletas' - Foto: Kiko Huesca

Ha sido el titular generalizado, el fácil, el obvio, Pablo Iglesias se corta la coleta. Se la cortó físicamente, ya no tiene coleta ni tampoco el moño hipster con el que también dio el campanazo. El moño no consiguió que dejara de ser El Coletas, apodo que demostraba escaso respeto a un vicepresidente del Gobierno.

El corte se hizo a lo grande, con una escenografía perfectamente diseñada para señalar que empezaba una nueva vida para el creador de Podemos. Fuera coleta y fuera moño. Iglesias nunca da puntada sin hilo y en esta ocasión cada gesto, cada plano, estaba minuciosamente estudiado. Hacía tiempo que quería cortarse el pelo, incómodo para un padre con tres niños pequeños, pero sus colaboradores le disuadieron de hacerlo: la coleta era un símbolo. Esos mismos colaboradores interpretan hoy que la decisión de prescindir de ella significa que Pablo Iglesias ha pasado página y deja la política para siempre. Habrá que ver dentro de unos meses o unos años si tenían razón.

Abandonó primero la Vicepresidencia, después el escaño de diputado, y a continuación anunció que no tomaría posesión como parlamentario de la Asamblea de Madrid y que ponía punto final a su vida política. Por último se cortó la coleta y lo hizo robando cámara a Ione Belarra, que ese mismo día presentaba oficialmente su candidatura a la secretaría general de Podemos.

Iglesias designó a Yolanda Díaz como su sucesora en la Vicepresidencia y candidata de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones, pero deja atrás un Podemos en situación complicada. Tras los fracasos electorales en País Vasco y Galicia, en Cataluña han mantenido el mismo número de escaños aunque pensaban incrementarlos sensiblemente gracias al tirón de Ada Colau, y en Madrid, a pesar de que Iglesias encabezaba la lista, apenas tuvieron tres escaños más que las anteriores elecciones. Pero lo peor fue el golpe de Más Madrid, partido creado por Errejón, que no solo multiplicó por 2,5 los votos de Podemos sino que además tuvo más votos que el PSOE. En buena parte como castigo a la coalición de Sánchez con Iglesias.

Desde Moncloa cuentan que Sánchez mantendrá interlocución con Iglesias, pero si va a haberla se puede dar por seguro que será muy circunstancial y nada relevante. No forma parte del Gobierno y dentro de unas semanas dejará de ser el líder de Podemos, porque Ione Belarra ocupará con toda seguridad la Secretaria General a partir del congreso que se va a celebrar en junio. Cuenta con el apoyo del trío más afín a Iglesias, Irene Montero, Pablo Echenique y Juan Carlos Monedero. Si alguien más decide presentar su candidatura es difícil que salga elegido.

La vicepresidenta tercera no pertenece a Podemos y no quiere pertenecer. Es miembro del PCE y desde el momento que sea ratificada como candidata a la Presidencia del Gobierno por IU-Podemos con todas sus confluencias, la figura de Belarra quedará muy diluida. Díaz vive la política desde que nació, ha tenido responsabilidades políticas y de gestión desde hace muchos años, primero en Galicia y después en el Ejecutivo de coalición, y es seguro que no permitirá que nadie ponga en cuestión su liderazgo.

En esa situación, ¿qué hará Pablo Iglesias? Su relación con Sánchez se encuentra muy deteriorada desde hace meses; incluso habían dejado de lado sus almuerzos semanales para tomar decisiones de Gobierno de forma conjunta, acordada, y su último encuentro fue de cortesía, la propia de una despedida.

Económicamente no va a tener ningún problema. Ha pedido la indemnización que le corresponde como exmiembro del Gobierno, un porcentaje que se acerca al total de su sueldo base como vicepresidente y que reciben todos los ex que lo solicitan. Indemnización que se prolonga el mismo número de meses que ocuparon el cargo, con un máximo de dos años. En total Pablo Iglesias recibirá casi 6.000 euros mensuales durante año y medio. El problema está en que ha anunciado que regresará a la Universidad Complutense, que retoma sus clases en la Facultad de Políticas, donde mantiene su plaza de profesor titular. Pero si lo hace y, por tanto, recibe un salario público, tendría que renunciar a la indemnización que le corresponde como exvicepresidente, pues así lo marca la ley.

Su idea es escribir, colaborar allí donde le llaman para hacer análisis políticos, participar en charlas, conferencias y coloquios y llevar algún programa audiovisual como hacía antes de crear Podemos, cuando dirigía y presentaba la Tuerka.

 

Posible futuro televisivo

Se ha publicado que se había puesto en contacto con Jaume Roures, propietario de Mediapro y productor cinematográfico, que se ha hecho millonario entre otras cosas por hacerse con derechos de retransmisión del fútbol. Roures ha declarado a El Español que no ha recibido ninguna llamada de Iglesias, pero que si la recibiera pensaría en la posibilidad de ofrecerle algún programa; incluso adelantó al periódico digital que no estaría mal una serie sobre la Monarquía. No se sabe si Roures lo decía en serio o en broma. De izquierdas e independentista, participó en la creación de Podemos. No atraviesa, sin embargo, su mejor momento. La pandemia y la falta de partidos se fútbol le han colocado en una situación tan difícil económicamente hablando que ha acudido a la SEPI para solicitar 230 millones de euros con los que cumplir sus compromisos y mantener sus empresas. Debe tanto dinero que se ve obligado a hacer una ampliación de capital, pero su socio chino se niega a participar, en principio. en esa ampliación monetaria.

Lo más relevante ahora, más que especular sobre el futuro profesional de Pablo Iglesias, es saber si efectivamente va a abandonar la política de forma definitiva. Cuesta creerlo en una persona que ha demostrado en estos pocos años de vida de Podemos que le apasiona influir, mandar y, sobre todo, tener poder.

Cuando se ha llegado nada menos que a la Vicepresidencia de un Gobierno a través de un partido populista de izquierdas que apenas existía hace solo cuatro o cinco años, el poder provoca una subida de adrenalina que puede causar un estrés insoportable o, por el contrario, impide aceptar la pérdida de lo que se ha tenido.

De momento, Pablo Iglesias ha renunciado a sus cargos y, aunque no le gustan los toros, tras su fracaso madrileño se ha cortado la coleta. ¿Para siempre? Hay toreros que vuelven a los ruedos unos años más tarde, otros que se quitan el gusanillo participando en festivales benéficos y unos terceros que ven los astados desde la barrera.

Esta última sería la opción más parecida a la de un Iglesias dedicado al análisis y al comentario político. Igual, eso es, efectivamente, lo que pretende: ser solo espectador de aquello que le entusiasmaba.