Editorial

La sociedad responde a la invasión rusa con su mejor arma, la solidaridad

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La invasión de Rusia a Ucrania se alarga ya más de una semana, todavía no se vislumbra su final y el paso de los días castiga cada vez más a un pueblo ucraniano que no sólo paga el conflicto bélico con vidas, sino con el aumento de necesidades básicas para su población, tanto la que sigue en el país como la que ha salido a países vecinos de la Unión Europea. Ante esta situación, la sociedad, en general, responde con su mejor arma, la solidaridad, de la que no son ajenos los albacetenses. 

A lo largo de la semana se han sucedido, en la capital albacetense y en otras localidades de la provincia, iniciativas para la recogida de medicamentos y otros materiales que se han convertido en primera necesidad para los ucranianos. Así, distintos centros de salud de la capital, la propia Universidad regional o iniciativas privadas, como la de un exmilitar y ahora cerrajero en Chinchilla de Montearagón, la de un restaurador de La Felipa o la de una ucraniana residente en Hellín, quienes ya tienen listos sus primeros envíos con dirección a Europa del Este. Esta solidaridad va en cadena y surgen nuevos eslabones, como el de la Plataforma Taurina También Somos Cultura de Albacete, que organizó para la mañana de ayer -y también para las de los dos próximos sábados, en la puerta grande de la plaza de toros- una recogida de material y se vio desbordada por la respuesta de decenas de albacetenses que depositaron todo tipo de medicamentos, ropa, sacos de dormir y aislantes, entre otros materiales, y está previsto que hoy puedan ser cargadas en un camión con destino a Ucrania.

Esta generosidad es necesaria, porque, en el caso que nos ocupa, nadie puede poner fecha al final de la invasión, ni prever el alcance de sus consecuencias y efectos, que es obvio que serán negativos, aunque falta por saber en qué cuantía para Ucrania y para su población. Lo que sí se sabe de momento es que Vladimir Putin, presidente de Rusia, avanza sin reparar en los daños, atreviéndose incluso a atacar la mayor central nuclear de Europa, que incumplió su promesa de no tocar objetivos civiles, que su ofensiva parece que se le va de las manos y que es mucho más peligrosa de lo que se podía prever. Se desconoce el final de esta demostración inaudita de poder, que deja muerte, destrucción, ruina y desolación a su paso. Se sabe que el éxodo de ucranianos que huyen de la guerra sobrepasa el millón, que en países como Polonia están desbordados ante la avalancha de vecinos a los que acoger y atender y que todos debemos arrimar el hombro para paliar la tragedia. La sociedad albacetense  muestra, una vez más, su solidaridad con la respuesta a las iniciativas para recoger tantas de las cosas básicas que necesita el pueblo ucraniano, quien no merece el sufrimiento al que está siendo sometido.